Toca guitarra, teclado electrónico y logró medalla de oro en Olimpíadas Matemáticas. Inició en el ajedrez a su hermana Gabriela quien se coronó en tres categorías
La historia de los campeones de ajedrez escolar, Christian Guerrero y su hermana Gabriela, demuestra que los venezolanos con mente positiva, constancia, fe y voluntad, pueden alcanzar sus sueños.
Hace 16 años cuando Christian vino al mundo, su padre, al verlo, supo que había problemas. El niño nació azul, un síndrome que en el lenguaje médico se llama bebé cianótico. Define a aquel recién nacido cuya sangre tiene poca oxigenación debido a causas pulmonares o cardíacas, tornando azul la piel. El pronóstico auguraba daño neurológico. No obstante, sus padres no desmayaron. Con esperanza y afecto lo ayudaron a superar las dificultades.
Mente brillante
Andrés Guerrero, su padre, lo introdujo en el ajedrez a los tres años y paralelamente al karate. Ya a los cuatro años dominaba el tablero con solidez. La señal de que el ajedrez era más que un juego para Christian, se produjo cuando su padre lo llevó al club de ajedrez de su trabajo. Pasaba por allí un delegado de la Federación Venezolana de Ajedrez cuando vio que el niño, acomodaba las piezas en un tablero. El funcionario se acercó al pequeñito, desarregló las piezas para verificar que no fue casualidad, y el pequeño nuevamente las colocó de forma ordenada en su posición.
“Me dijo, cuenta orgulloso Andrés, que aunque en el club aceptaban chicos a partir de los seis años, quería que el niño asistiera al local”. Sus padres notaron sus progresos cuando el niño apareció con un trofeo ganado en un torneo escolar. De allí en adelante se forjó el talento de Christian.
Del 2010 al 2016 se alzó con varios torneos regionales, quedando campeón estadal y nacional en el sub 10, sub 12, sub13, sub14 y sub 15 de forma consecutiva. Triunfos que le dieron derecho a representar a Venezuela en los Panamericanos de Colombia 2011, Brasil 2010 y 2013, y Panamericano de Perú, en 2012. En el Panamericano de Perú lideraba el torneo con 3 y medio puntos de 4, cuando una crisis de asma lo retiró. Duró 15 días en terapia intensiva, durante los cuales su familia enfrentó dificultades, que luego fueron subsanadas.
Tras regresar y superar sus problemas de salud, siguió cosechando éxitos. Obtuvo medalla de oro en los Juegos Deportivos Estudiantiles 2014 y el Campeonato Nacional Escolar de 2014, que le dio derecho a ser primer tablero de la selección en el Sudamericano por equipos de Aracaju, Brasil. Allí lograron el tercer lugar. En los Juegos Deportivos Nacionales Escolares del 2012 y 2010 alcanzó la presea plateada.
Gabriela su discípula
La incursión de Gabriela en el ajedrez se produjo viendo jugar a su hermano. Christian le enseñó lo básico, a los dos años. Un buen día la niña apareció con un libro consultándole al papá: “Papi, este es un jaque con torre?”. El padre, sorprendido a medias, respondió afirmativamente. La niña se alejó y retornó luego preguntando por un jaque mate con dama. El papá ya no pudo esquivar la sorpresa de tener otro talento ajedrecístico.
Su estreno como prodigio infantil sucedió cuando, estando aún en el nivel maternal, ganó un torneo a niñas de quinto grado. El resto, es historia, hecha a punta de dedicación. Fue campeona sub 8, sub 10, sub 12 y alcanzó el subcampeonato panamericano escolar 2011.
Actualmente el maestro nacional José Ostos entrena a Christian, mientras Richard Ramírez y Sandy Brito preparan a Gabriela para los Centroamericanos de la disciplina a disputarse en Caracas.
Ajedrecistas melómanos
En la casa de los Guerrero se respiran valores, confianza y afecto. Mayreni, la madre, cuenta que a los chicos les inculcan amor por la música. “Gabriela estuvo en el Sistema de Orquestas Infantiles, comenzó a tocar violín y ahora se dedica con afán al cuatro”, dice. Christian toca guitarra y teclado electrónico. Ganó Medalla de Oro en las Olimpíadas Matemáticas en Miranda 2014 y logró Mención Honorífica en la Olimpíada Nacional de ese año, en la cual participaron 48.000 niños, siendo seleccionado junto a otros 128 muchachos. Su desempeño es un milagro, el cual contradice, cada día, aquel pronóstico científico que le vaticinó dificultad para pensar, el resto de su vida.