La negativa de Brasil, Argentina y Paraguay a que Venezuela presida el organismo no es un capricho, sino que emana de la preocupación por las deficientes condiciones democráticas que tiene nuestro país
Por más que la propaganda oficial e incluso algunos medios de comunicación particulares traten de mostrar como un gran logro la actitud de Venezuela en el Mercosur, lo cierto es que no hay foto que sirva para ilustrar el rotundo fracaso de la aspiración venezolana por encabezar dicho organismo, llegando al extremo de haber hecho la convocatoria a una reunión en Uruguay a la que además de los delegados de Venezuela, solo asistieron unos representantes del gobierno local y algunos diplomáticos de Bolivia, país que pese a no ser miembro pleno de la institución ha asumido una vocería que no le corresponde, resulta altisonante y llega a pecar en el absurdo.
El detalle significativo no es que a Venezuela le corresponda o no la presidencia del ente subregional, sino que lo que está ocurriendo no es más que la consecuencia directa de una entrada polémica en la que Brasil, Argentina y Uruguay prefirieron anteponer lo político a la naturaleza propia del organismo y optaron por dejar de lado a Paraguay, usando una coyuntura interna que lo llevó a una suspensión temporal acelerando el ingreso de Venezuela sin que se cumplieran las disposiciones y las condiciones para ello.
La negativa de Brasil, Argentina y Paraguay a que Venezuela presida el organismo no es un capricho, sino que emana de la preocupación por las deficientes condiciones democráticas que tiene Venezuela, donde se sigue limitando el ejercicio de la Asamblea Nacional a través de sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, abundan las trabas a la convocatoria constitucional del Referéndum Revocatorio y se emplea la justicia como un elemento de control político, teniendo gran cantidad de presos, cuyas penas son producto de polémicos procesos judiciales. A ello hay que sumarle las limitaciones al ejercicio de la libertad de expresión y los ataques a los ámbitos sindical, gremial y empresarial.
Hay anécdotas que dicen más que los análisis, por ello un video que recorre las redes sociales en los últimos días es la mejor explicación a lo que acontece. El canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa estaba participando en un foro cuando su intervención fue interrumpida por el repicar de un teléfono celular. El diplomático, azorado, tomó el aparato, sonrió y lo enseñó los presentes, diciendo que la llamada era de la canciller de Venezuela y entre risas comentó que ella solo lo llamaba a él, pues con nadie más hablaba.
Por más versiones edulcoradas que quieran transmitir y así ratifiquen aceleradamente algunas normativas, lo cierto es que Venezuela solo se reconoce a sí misma, pues los demás países han cuestionado el proceso y en el caso de Brasil, Paraguay y Argentina han sido enfáticos en la necesidad de recuperar la naturaleza del ente que pasa por reivindicar los derechos humanos y la democracia. Seguirán repicando los teléfonos para explicar lo inexplicable y es que por más que no lo admitan, Venezuela se está aislando en la comunidad internacional.
Luis Daniel Álvarez V.
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