Colocado al borde de la derrota por un pueblo que, sabia y disciplinadamente, ha ido venciendo pacíficamente todos los obstáculos hasta acorralarlo con el Referendo Revocatorio, el régimen quiere ahora huir hacia adelante por la puerta falsa de la violencia, para luego echar la culpa a las víctimas
Un régimen sin liderazgo, sin ideas, sin propuestas y sobre todo sin pueblo, necesita la violencia. La provoca, la induce, la estimula. Si aún así no la logra, es capaz de producirla, recurriendo al expediente de los «falsos positivos», los montajes. Por eso emiten una absurda orden de captura contra Warner Jiménez, alcalde de Maturín; por eso emiten una ilegal orden de traslado para llevarse a Daniel Ceballos desde el lugar donde tenía casa por cárcel a la prisión de San Juan de los Morros; por eso ponen a un encapuchado agente del Sebín a hostigar a Mitzy Capriles, la esposa del también prisionero alcalde Antonio Ledezma, en pleno aeropuerto de Maiquetía; por eso bloquean la marcha indígena que viene desde Amazonas hasta Caracas e interceptan al sacerdote que, en caminata solidaria y solitaria, viene desde Anzoátegui hasta la capital, para solo citar las provocaciones oficialistas de las últimas 72 horas…
Colocado al borde de la derrota por un pueblo que, sabia y disciplinadamente, ha ido venciendo pacíficamente todos los obstáculos hasta acorralarlo con el Referendo Revocatorio (es decir: con la propia Constitución Nacional), el régimen quiere ahora huir hacia adelante por la puerta falsa de la violencia, para luego echar la culpa a las víctimas.
Es eso lo que intentan a unos días apenas de la movilización del primero de septiembre y en ruta ya a la consulta del 20 %, último requisito antes del Referendo constitucional que los sacará del poder. Como saben que perderán cualquier consulta electoral (Revocatorio, elecciones regionales, lo que sea) quieren promover una situación de violencia que les de el pretexto de no acudir a ninguna.
Por eso miente el gobierno cuando dice o sugiere que la marcha del primero de septiembre es «para derrocar a Maduro».
A Maduro quien lo está derrocando es el hambre. A Maduro lo está derrocando la falta de medicinas. A Maduro lo está derrocando la inseguridad atroz. A Maduro lo está derrocando la decepción de quienes alguna vez creyeron en sus promesas y en las de quien lo antecedió. A Maduro lo está derrocando, sobre todo, la corrupción inmensa de su gobierno, cuyos altos jerarcas viven rodeados de lujos inauditos, mientras la inmensa mayoría de los empleados públicos, como el resto del pueblo venezolano, pasó de la clase media a la pobreza, o de la pobreza a la miseria.
Por eso es importante, crucial, tener muy claro que la movilización del primero de septiembre no es para complacer al gobierno, dándole pretextos para ejercer la violencia que necesita. El 1S es exactamente para todo lo contrario: es para fortalecer y dar impulso definitivo a la única estrategia que le ha dado victorias al pueblo democrático, la única que tiene respaldo popular probado en las urnas electorales y la única que tiene amplio apoyo internacional: la estrategia de cambio seguro, de cambio en paz y por la paz, la estrategia constitucional, pacífica, electoral y democrática, estrategia que tiene hoy al RR como principal instrumento y que tendrá siempre al voto como mecanismo para generar los cambios, porque el voto es el arma del hombre libre.
A solo días ya del 1S es preciso insistir: ya nadie duda que la del próximo jueves será probablemente una de las movilizaciones más grandes y majestuosas de la historia de Venezuela. ¡Es imprescindible también que sea una de las más ordenadas! Nosotros no somos solo «un gentío»: nosotros somos el soberano, somos la ciudadanía democrática movilizada, somos la nueva mayoría nacional. Una mayoría que necesita probarle al país y al mundo que es capaz de liderar una transición pacífica a la democracia, y un proceso de reconstrucción nacional que se caracterice por la solidaridad y la inclusión. Y para eso debemos demostrar que sabemos ejercer el poder. Y la mejor forma de demostrarlo es exhibiendo control. No el control de una «dirigencia» sobre una «masa», sino el control que sabe ejercer una ciudadanía democrática sobre su propia indignación, para transformarla en energía de cambio.
Por eso, la jornada del próximo jueves 1º de septiembre no será simplemente para el desahogo, para la catarsis, para expresar resentimiento (quizá justificado, pero resentimiento al fin). Si ocurriera eso solo demostraríamos que no somos alternativa al madurismo, sino apenas un madurismo de otro color. El 1S es para mostrarle al país y al mundo no solo el tamaño sino además la calidad de la nueva mayoría nacional. Es para que todo el que aún necesite comprobarlo vea a la inmensa Venezuela que quiere cambio, actuando con la serena firmeza de quien sabe y puede corregir el presente y construir el futuro.
Porque de eso, precisamente, se trata. ¡Pa’lante!
RADAR DE LOS BARRIOS / Jesús Chúo Torrealba / @chuotorrealba