La Toma de Caracas no pasará más allá de escaramuzas aisladas, pataletas mediáticas y malcriadeces, pero estará llena de provocaciones y de perturbación del orden público y social
Con mucho frenesí esperó la derecha histérica la llegada del 1ro. de septiembre. Están ungidos de un manto apocalíptico, catastrófico, calamitoso, donde todo lo que tocan y hacen los lleva indeteniblemente hacia la confrontación y la violencia. Hacia el oscurantismo político.
Conocemos muy bien sus modos desaforados de hacer política. Esta derecha fascista está ansiosa de sangre, violencia y venganza. Por eso tienen meses preparándose, planificando, generando matrices de opinión, inoculando elevadas dosis de terror entre la gente. Está bien claro que su pretendida Toma de Caracas, no pasará más allá de escaramuzas aisladas, pataletas mediáticas y malcriadeces, pero estará llena de provocaciones y de perturbación del orden público y social.
La derecha pretende, con su acostumbrado infantilismo e irresponsabilidad política, hacer creer a su fauna de seguidores que con una toma estilo templete o “romería blanca” van a derrocar al gobierno bolivariano. Les hacen creer que gritando histéricamente van a lograr, de manera mágica y sobrenatural, el control político pasando por encima de la Constitución, las instituciones democráticas y millones de venezolanos.
La Toma de Caracas no es para nada novedoso. Ya antes la derecha se ha decantado por la violencia callejera y por el golpismo. Por un abismo se lanzaron Fedecámaras, la CTV y la difunta Coordinadora Democrática cuando en el año 2002 cerraron empresas, trancaron vías y pararon el transporte público con su maléfica y fracasada huelga general. Cada vez que han intentado la vía de la coacción y la violencia han salido derrotados por el pueblo. Mordieron el polvo cuando el Golpe de Estado del 2002 (El Carmonazo) y fracasaron en sus despliegues de terror durante la “Descarga de Arrechera” (2013) y “La Salida” violenta (2014).
Todos recordamos a Orlando Urdaneta y Carmona Estanga campaneando sus whiskies desde Fuerte Tiuna, dándole órdenes a los políticos y militares confabulados con el golpe. Son 16 años viendo y padeciendo este circo fascista. Aguantando los disparates y desmanes cometidos por estos maleantes de la derecha. Tremendos demócratas estos que amenazan con trancar y colapsar el país para imponer su agenda cívica y pacífica. Son un fraude, una estafa. En su pasado reciente hay suficientes evidencias que delatan su verdadero talante antidemocrático. Esta gente quiere incendiar el país para provocar una masacre. Que nadie tenga dudas de esto.
El partido de extrema derecha Voluntad Popular y su vocero de turno Freddy Guevara, han reiterado que estarán al frente de la generación de terror. Para la derecha esto es un juego más dentro de su abanico de acciones para asaltar al gobierno. Sin escrúpulos ni vergüenza alguna van con todo en la agenda del terror, la destrucción y la generación de zozobra.
José Vicente Rangel lo ha expresado claramente: “En el marco de un ambiente crispado esa marcha puede tener consecuencias muy graves. Cualquier detalle puede ser explosivo y aun cuando los promotores de la misma insisten en su carácter cívico, la experiencia revela lo contrario”. Más nada, viéndole los colmillos al lobo feroz nadie puede despabilarse ni caer en ingenuidades.
En paralelo, tenemos dos situaciones que brindan un contexto claro de cuáles posiciones se han impuesto en el seno de la derecha (MUD). Por un lado, la total negativa de los partidos de derecha al diálogo político con el gobierno y con los mediadores internacionales. Se rasgan las vestiduras de falsos demócratas, pero se niegan a hablar con los otros factores políticos. De allí se entiende que hayan escogido la agenda del terror y la violencia.
Por otro lado, la derecha fascista se ha sincronizado con sus pares bufones de la extrema derecha continental. Por eso, se han incrementado las alharacas y las amenazas contra Venezuela. Ya sea desde la cúpula neoconservadora del Congreso de Estados Unidos; o desde el camerino del desubicado saltimbanqui Almagro en la OEA; o con los pujos histéricos de la derecha ganadera del Paraguay, pisoteando a su antojo los acuerdos y normas del Mercosur. Nadie quiere el bienestar de Venezuela, todos siguen una agenda de desestabilización, amedrentamiento y coacción contra el gobierno bolivariano.
Con la agenda de terror, la derecha enfrentará otro rotundo fracaso. El pueblo impondrá su cultura de Paz, justicia y respeto por las instituciones democráticas.
¡No a la violencia de la derecha fascista! ¡Sí a la Paz!
Richard Canan
@richardcanan