La Época Colonial
Los primeros escritores venezolanos de la literatura colonial fueron los cronistas de Indias, entre ellos Juan de Castellanos, fray Pedro de Aguado y fray Pedro Simón. Podemos también mencionar a José Oviedo y Baños, quien residió en Caracas desde los 14 años de edad como el primer escritor criollo. Oviedo y Baños, con un estilo clásico y realista, contó la conquista y población de la provincia de Venezuela.
Durante la revolución de la independencia,
Simón Bolívar también usó su pluma para defender y divulgar los principios republicanos, y a veces para expresar sus emociones y vivencias personales. Las creaciones literarias que marcarán pauta pertenecerán a los géneros de la prosa y la poesía de sabor neoclásico de Andrés Bello. A su lado destaca la escritura genial de ruptura y parodia de Simón Rodríguez.
Neoclasicismo y Romanticismo
En los inicios de la era republicana figuran cuatro grandes nombres de las letras venezolanas: Andrés Bello, Fermín Toro, Rafael María Baralt y Juan Vicente González. El más destacado poeta, de clara autenticidad romántica, se llama Juan Antonio Pérez Bonalde.
Costumbristas venezolanos
Se destacan Daniel Mendoza, Francisco de Sales Pérez, Nicanor Bolet Peraza, Francisco Tosta García, Rafael Bolívar Álvarez, Rafael Bolívar Coronado y Miguel Mármol. Dos escritores de carácter señalan la transición hacia nuevas posiciones intelectuales y creadoras: Cecilio Acosta y Arístides Rojas.
Positivismo, Modernismo y Literatura Venezolana
Fue después de 1880 cuando se perfiló en Venezuela un movimiento literario de más ambiciosa inspiración. En el género narrativo, el descubrimiento del naturalismo inspiró a Tomás Michelena una novela: Débora (1884) y a Manuel Vicente Romero García su obra Peonía (1890), primera tentativa de novela criolla integral. Otros autores dentro de la tendencia serían Gonzalo Picón Febres (El sargento Felipe, 1899), y Miguel Eduardo Pardo (Todo un pueblo). Manuel Díaz Rodríguez, prosista y narrador de refinado lenguaje, se destaca como la figura más importante que el modernismo produjo en Venezuela. Le suceden Luis Urbaneja Achepohl, Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Teresa de la Parra y Rómulo Gallegos.
Con la obra portentosa de Rómulo Gallegos, donde se destaca la inmortal novela Doña Bárbara, culmina toda una etapa de la narrativa venezolana, aquella sometida a las influencias del nativismo, del costumbrismo, del realismo, del lirismo descriptivo que alcanza tonos épicos cuando contempla las luchas del hombre con la naturaleza.
Es importante mencionar a Arturo Uslar Pietri (Las lanzas coloradas, 1931), quien se afirmó como la mayor promesa narrativa novelesca; a Enrique Bernardo Núñez, a Julio Garmendia, a Antonio Arraiz, a Ramón Díaz Sánchez, a Guillermo Meneses, a Miguel Otero Silva.
Del grupo «Contrapunto», entre 1946 y 1949, surgen narradores destacados (Andrés Mariño Palacio, Ramón González Paredes, Héctor Mujica y otros), dueños de una información literaria más actual que los anteriores, y cuyas creaciones pretenden liberar la narrativa de los resabios del costumbrismo, del criollismo, de la temática rural, del mensaje edificante, del modo de contar lineal. Más tarde aparece Salvador Garmendia, quien desarrolla su temática hasta consecuencias de hiperrealismo anonadante, y aborda otros espacios, entre ellos el fantástico.
Otros
También se destaca la narrativa paródica y densa de Luis Britto García, pasando por la importante obra de José Balza, un experimentador incansable, y por la de Oswaldo Trejo, atrevidamente textual. Se impone citar a Humberto Rivas Mijares y a Gustavo Díaz Solís, a Pedro Berroeta, a Oscar Guaramato, a Antonio Márquez Salas, a Alfredo Armas Alfonzo, Manuel Trujillo, Orlando Araujo y a Adriano González León, la gran promesa del grupo Sardio y de la generación de 1960.
Fuente: monografías de 22/escritores venezolanos/escritores-venezolanos
Salomón Benshimol R.
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