Hay informaciones que indican que los principales actores pudieran admitir -no sin protestas- que no se celebre el Referendo en 2016 y que se proceda a crear un marco de convivencia para los próximos dos años
En Venezuela se vive una lucha cruda por el poder. Unos aspiran a mantenerse y otros a acceder a él. Incluso, se ha llegado a pensar y a actuar, en ambos sectores, como si en el pulso valiera todo. Sin embargo, una extraordinaria conjunción de elementos internos y externos parece que ha dispuesto que el proceso político nacional transcurra por el camino de la alternancia democrática sin recurrir a una salida abrupta del Presidente, en la perspectiva de las elecciones de 2018. En este sentido, aunque no se haya sellado un acuerdo, hay informaciones que indican que los principales actores pudieran admitir -no sin protestas- que no se celebre el Referendo en 2016 y que se proceda a crear un marco de convivencia para los próximos dos años.
En el plano interno, se hubiera podido estimar viable la estrategia de las llamadas revoluciones de colores, en virtud del amplio malestar social por la escasez, la inflación y la inseguridad, así como por la disminución del respaldo electoral del Gobierno, encogimiento de su base social y pérdida de uno de los poderes públicos, el parlamento. Sin embargo, ese malestar no se ha traducido en implosión social o en un incremento de la tradicional capacidad de movilización de la oposición, mostrada en episodios cruciales anteriores. Tampoco se escuchan resonancias en los cuarteles, algo indispensable para el éxito de las “primaveras”. En consecuencia, los principales partidos de la MUD no se muestran inclinados a reaccionar por medio de acciones como las del 11 de abril de 2002 o como las de 2014, aunque es posible que otros actores hagan un intento de recurrir a esos métodos
En el plano externo, Barack Obama llega al fin de su mandato y su legado en cuanto a las relaciones con Latinoamérica está marcado por su acercamiento a Cuba y por la autorización para los acuerdos de paz con las Farc. En este marco, luce como inconveniente propiciar enfrentamientos callejeros en Caracas, que pudieran empañar el propósito mostrado. Al mismo tiempo, Estados Unidos se encuentra inmerso en un proceso electoral complicado en el que Hillary Clinton, respaldada por la Casa Blanca, atraviesa por grandes dificultades, por lo que se deberían descartar jugadas inciertas.
Puede decirse entonces que la coincidencia de circunstancias internas y externas despeja el camino para que se entable un diálogo que permita no solo salir satisfactoriamente de la coyuntura actual, sino también crea las condiciones para trabajar un esquema de cohabitación más allá del corto plazo. En fin, una especie de movimiento celeste que favorece la paz en Venezuela. Es de esperarse que los diferentes sectores, tanto del Gobierno como de la oposición, aprovechen la oportunidad que brinda esta especie de alineación de astros en el cielo que quizás no se repita en el futuro.
Leopoldo Puchi