La manipulación de las explicaciones para decir que no hicimos lo que hicimos es inaceptable y más en quienes se presentan como adalides de la decencia y la verdad
Las explicaciones dadas a hechos presentes y pasados por quienes están con la MUD y con el Gobierno son tan parecidas que sería innecesario comentarlas. Pero es que, además, muchas veces son absurdas y necias, sin ninguna relación con la realidad. No nos extraña su ocurrencia en ciertos jefes de ambos bandos, pero sí en gente como el general (r) Fernando Ochoa Antich, quien es el vocero de la MUD para la cuestión militar, persona seria, a quien conocí durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez II. En un reciente artículo cae en este tipo de situaciones, posiblemente llevado por la contaminación enorme de la vida política venezolana. Es a veces muy difícil no ser tocado por la mediocridad existente y por la urgencia de intervenir ante la vorágine actual.
El General dice en una parte de su escrito: “que el 11 de abril de 2002 no hubo un golpe de Estado. Fue una marcha popular (..), reprimida violentamente (..), por instrucciones precisas de Hugo Chávez. Es posible (..) que después de la marcha haya ocurrido un golpe”. Esta interpretación me dejó anonadado, pues niega lo que todo el mundo sabe. Según Ochoa Antich, hubo una marcha gigantesca y, por casualidad, cosas de la vida, como que hubo un golpe. No habla de las declaraciones grabadas con anterioridad por los líderes militares golpistas, donde hablaban de muertos que aún no se producían pero que sabían, el día anterior, que iban a generarse. Nada dice de la salida forzada de Chávez de Miraflores y su traslado a sitio desconocido. ¡Por favor! Me irrita que me traten como si fuera pendejo o que se crea que todo el mundo lo es.
Una sensación similar, aunque menos intensa, tuve, cuando en una entrevista con Vladimir Villegas, Elías Jaua tuvo el colmo de decir que el golpe de Estado del 4-2-1992 no era un golpe porque había pueblo de por medio. ¡Insólito! Esta manipulación en las explicaciones, para decir que no hicimos lo que hicimos es inaceptable y más en quienes se presentan como adalides de la decencia y la verdad. Era rector el 4 de febrero y curiosamente nunca tuve información del golpe, quizás porque los emisarios para informarme y convocarme no lo hicieron por alguna razón. Pero lo que todo el mundo sabe es que, aparte de unos pocos civiles que nunca recibieron armas, el pueblo estuvo totalmente ausente. Como lo estuvo también el 27-11-1992. Fue un golpe militar, no cívico-militar, y fracasado por la impericia militar de quien lo dirigía o porque así lo había planeado.
Si a la verdad vamos, fue mucho más una insurrección, y exitosa, la del 11 de abril de 2002 que lo ocurrido el 4 de febrero, duélale a quien le duela esta conclusión, pero los hechos están allí. Fueron 600 mil personas en las calles. Que los insurrectos eran principalmente de las capas medias puede ser verdad, pero eso no le quita su carácter insurreccional.
Luis Fuenmayor Toro