La crisis juvenil que vivimos en Barlovento comienza a tener un sentido de recuperación, marcado más por la resiliencia que por una política sistemática del Estado
En más de una oportunidad hemos escrito sobre los problemas estructurales que afectan a nuestra región, sobre todo el desarraigo juvenil y las desviaciones hacia conductas irregulares que niegan al amor que siempre ha caracterizado nuestra región.
Dos aspectos han sido destacados en la historia de la identidad barloventeña. La primera es la cultura, que nos ha dado una ética hacia la solidaridad, el desprendimiento y el convivir en paz. La diversidad cultural nuestra, conformada a través de un extraordinario cimarronaje cultural no era aceptada por el sistema escolar, pero sin embargo nosotros supimos conservarlo y defenderlo en cada velorio de Cruz de Mayo, de santos y de vírgenes aparecidas, ahí estábamos pagando promesa por los favores espirituales recibidos. La fiesta de San Juan Bautista o San Juan Congo de Curiepe constituía y aún constituye una de las herramientas afrocatólicas de mayor trascendencia en el apego, aunque sea por tres días (22,23 y 24 de junio) desde Curiepe a Cúpira.
Nuestra bandola barloventeña, única en su estilo y sus diferentes pasos desde «el «laguazo» hasta «el encierro», dan un perfil identitario desde El Guapo a Cúpira. En fin, la cultura está sufriendo prácticamente un doloroso proceso de extinción ante el impacto demográfico urbanístico y las ausencias de políticas de sostenibilidad cultural desde las alcaldías hasta el Ministerio de la Cultura, pues ya todos sabemos que el gobernador Henrique Capriles eliminó el Instituto de Cultura del Estado Miranda y nuestros diputados en el Consejo legislativo regional no dijeron ni pío. El reduccionismo cultural se limitó a celebrar fiestas patronales que ningún santo o santa no eran patrones ni patronas de nada, y esas fiestas dejaron de ser festivas espirituales para convertirse en uan franquicia comercial. Esa dejadez y desarraigo ha dejado el camino libre para que se impongan otros modelos culturales que han ido desplazando nuestros modelos originales. Pero aún hay tiempo para reafirmarlo, e insistimos que el sistema escolar es el espacio justo para reafrimar y reproducir nuestra diversidad cultural barloventeña.
El deporte como expresión resilente
La resilencia es un término que se viene utilizando en las últimas décadas para expresar la capacidad de los seres humanos de recuperarse ante condiciones adversas. Pero antes es bueno recordar que en décadas anteriores éramos tierra de campeones, sobre todo en el área del boxeo. Es necesario recordar a Vicente Paúl Rondón, campeón mundial en semipesados. Nené «Curruña», Fulgencio Obelmejias, Edgar Colina, mejor conocido como «Tierrita», por solo mencionar algunos. Todos fueron campeones. Sobre todo San José fue tierra de campeones en boxeo. Lo mismo en beisbol, desde Edgar «Macarrón» en Río Chico, junto a William Magallanes y Wilibaldo Quintana en San José, quienes fueron referencia en los grandes equipos de beisbol en Estados Unidos. Ellos fueron nuestros referentes… quiénes de los jóvenes actuales saben quiénes fueron estos personajes. La crisis juvenil que vivimos en Barlovento comienza a tener un sentido de recuperación, marcado más por la resiliencia que por una política sistemática del Estado. Es así como tenemos los siguientes jóvenes, que pese a vivir en una situación de pobreza, han resultado extraordinarios deportistas y constituyen un ejemplo a seguir. Ellos, con sus esfuerzos, representan el Barlovento que necesitamos, ellos son ese ejemplo de haberse opuesto a cualquier adversidad del contexto en los cuales fueron criados y hoy nos llenan de orgullo, ese orgullo debilitado y que nos duele tanto al ver tantos jóvenes que caen en enfrentamientos o habitan las cárceles. A ellos, mis respetos profundos.
Abraham Ortega, ganador de diploma olímpico en la disciplina de lanzamiento de jabalina, es oriundo de San José de Barlovento, hijo de María Huice, conocida como María «Joropo», vendedora afrobarloventeña de cafungas, jalea e’mango, helados de teta y diferentes rubros. Con eso levantó a sus tres hijos. La hembra es licenciada en Educación y el otro varón, José, es oficial de policía.
Ahymara Espinoza, quien intervino en la disciplina de lanzamiento bala en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, es de San José de Barlovento
Luis Paiva, ganador de medalla de plata en los 400 metros de los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, es oriundo de la zona cacaotera del municipio Páez.
Omar Monterola, ganador de diploma olímpico en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, es nativo de Río Chico.
Alexánder Espinoza, boxeador con actuación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, es oriundo de San José de Barlovento.
LA VOZ DE AFROAMÉRICA / Jesús «Chucho» García