El derecho a la educación apunta al desarrollo de habilidades, aptitudes, conocimientos, valores y actitudes que permitan a todas las personas desarrollarse, vivir de manera digna y tomar decisiones informadas para mejorar su calidad de vida
El político y orador ateniense Demóstenes señaló que “el mejor maestro es aquel que trata de realizar en sí mismo, lo que enseña a los demás”.
En estos tiempos de ausencia de educadores, esa opinión es reforzada por voceros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), quienes señalan que el proceso educativo “será tan bueno, como tan buenos sean los docentes».
El derecho a la educación primaria fue el primero en ser establecido en los tratados internacionales. Forma parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El derecho a la educación apunta al desarrollo de habilidades, aptitudes, conocimientos, valores y actitudes que permitan a todas las personas desarrollarse, vivir de manera digna y tomar decisiones informadas para mejorar su calidad de vida.
La Unesco, en su informe de octubre de 2016, señala que se necesitan al menos 69 millones de maestros en todo el mundo para garantizar una educación primaria y secundaria inclusiva, equitativa y de calidad, en el marco de los objetivos de desarrollo sostenible para el 2030: 24,4m para primaria y 44,4m para secundaria. Según la agencia, la mayor brecha en educación se encuentra en África subsahariana, donde son necesarios 17m de docentes.
Latinoamérica no escapa a esta realidad y el caso de Venezuela es crítico por la ausencia de alumnos en las aulas universitarias con vocación para el estudio en matemáticas, química, física, inglés y biología, entre otras asignaturas.
Según la Unicef, cerca de 263 millones de niños en todo el mundo se encuentran aún sin escolarizar. La calidad de un sistema educativo tiene como techo la excelencia de sus docentes.
Ellos contribuyen a la autonomía de las personas, la construcción de la paz y el desarrollo de las sociedades, pero muchos de ellos padecen de escasa consideración social, bajos salarios teniendo que realizar su importante labor en contextos de carencia y peligrosidad. Los países que se destacan por sus resultados educativos colocan un marcado acento en mejorar la calidad de los maestros a través de políticas integrales.
Dicha excelencia está basada en un modelo de formación de alta calidad, que eleva los estándares de ingreso a las carreras de pedagogía.
La directora general de la Unesco Irina Bokova, y sus homólogos de la Organización Internacional del Trabajo Guy Ryder, y de Unicef Anthony Lake, han destacado en un comunicado conjunto: «los profesores no solo ayudan a dar forma al futuro de millones de niños, también crean un mundo mejor para todos”.
Ellos preguntan: ¿cómo podemos lograr que más personas se formen para desempeñar este trabajo si muchos de ellos están siendo menospreciados?
Noel Álvarez
@alvareznv