BRASILIA. El juez Joaquim Barbosa, el primer negro en encabezar uno de los poderes del país, asumió el jueves la presidencia del Supremo Tribunal Federal, la corte suprema de Brasil.
Barbosa, de 58 años, fue investido en una ceremonia a la que asistieron la presidente Dilma Rousseff, legisladores, militares y representantes de la comunidad negra, incluyendo actores, músicos, deportistas y académicos. Benedita Gomes, madre del juez, también estaba en la tribuna.
«El multiculturalismo que caracteriza al valeroso pueblo brasileño se manifiesta hoy con Joaquim Barbosa investido al frente de la más alta corte del país», expresó Ophir Cavalvante, presidente del colegio de abogados, en la ceremonia de investidura en la sede del tribunal.
La presidencia del tribunal es ocupada por períodos de dos años en forma rotativa por sus 11 miembros, aunque antes de asumir el puesto se realiza una votación entre los integrantes de la corte.
Barbosa había cobrado relieve los últimos meses ante la opinión pública como relator en el juicio por un escándalo político de compra de votos en el Congreso, ocurrido en 2005, en el que se perfiló como un jurista severo e implacable en la condena de 38 acusados en el caso, incluyendo parlamentarios, ex ministros y banqueros.
El caso, conocido como «mensalao» por envolver pagos mensuales a legisladores para que aprobaran proyectos de interés del gobierno, ocurrió durante el primer mandato del Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), quien fue el que designó a Barbosa como juez del STF, lo cual no le impidió sentenciar a ex ministros y aliados del ex gobernante.
Su actuación en el caso reveló también el temperamento explosivo del juez y su poca paciencia cuando enfrentaba argumentos opuestos de sus colegas del STF, lo que despertó dudas sobre su capacidad de conducir el trabajo del máximo tribunal de justicia de Brasil.
De semblante serio y a menudo apoyado en un bastón por sufrir de dolores de espalda, Barbosa protagonizó durante sus nueve años en el STF frecuentes enfrentamientos verbales con otros magistrados, en algunos casos llegando a alusiones personales para desvirtuar a su contrincante.
AP