El conjunto de los Cachorros de Chicago rompió “la maldición de la cabra” al obtener el título de la Serie Mundial con un equipo extraordinariamente juvenil
No hay ningún premio mayor en el beisbol de lujo que ganar la Serie Mundial y especialmente si la franquicia en cuestión ha tenido que esperar tanto para obtener ese objetivo, como es el caso de los Cachorros de Chicago, campeones por primera vez desde 1908.
Si ganar una vez es fantástico para un equipo, armar una novena que pueda imponerse consistentemente es más arduo todavía, pero el dirigente de los Cachorros, Joe Maddon, piensa que su divisa tiene la base para ser un hueso de roer por muchos años.
En este sentido, la estructura de la novena que ganó el llamado clásico de octubre para la ciudad de los vientos, le da la razón a Maddon y al alto mando de la organización que celebra por todo lo alto su éxito en la finalísima beisbolera frente a los Indios de Cleveland.
«Me gustó el hecho de que hubo muchos buenos peloteros jóvenes en ambos equipos», proclamó Maddon. «Es estupendo para nuestra industria. Es grandioso para la pelota y ojalá podamos comenzar a atraer más jóvenes al diamante, jueguen o no jueguen, para que sean aficionados del beisbol».
La mejor prueba de la capacidad juvenil de los Cachorros es la alineación con la cual ganaron el juego dos de la Serie Mundial, de la cual fueron parte seis peloteros menores a los 25 años de edad. Nunca antes se había producido una victoria en el clásico de octubre con un equipo de semejantes características.
Hombres como el paracorto Addison Russell, el tercera base Kris Bryant, el guardabosque Kyle Schwarber, el segunda base boricua Javier Báez, el receptor venezolano Willson Contreras y los jardineros Jorge Soler (cubano) y Albert Almora Jr. (de ascendencia antillana) sientan las bases para un porvenir de altos quilates.
«La experiencia que estos jóvenes adquieren ahora los proyecta muy bien con miras al futuro», expresó el dirigente de los oseznos. «Creo que cuando uno les demuestra que les tiene confianza y la aprovechan para jugar con éxito, obviamente retornan al año siguiente y ya son un poco mejores precisamente a esa experiencia».
Por todos los ángulos del diamante se nota la efervescencia de esa juventud de los Cachorros que los proyecta posiblemente a muchos años de éxito en la cumbre del diamante.
Por ejemplo, el boricua Báez se convirtió en el co-Jugador Más Valioso -conjuntamente con el abridor zurdo Jon Lester- de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y ya pinta como uno de esos jóvenes que darán satisfacciones a los Cubs por muchos años.
«Claro, claro, tenemos bastantes jóvenes que son grandes prospectos», analizó Báez, de 23 años de edad, después del éxito de su equipo en el Juego 7 de la Serie Mundial. «Y los veteranos nos dan muchísima confianza para ayudarnos, corregirnos, hablarnos de tantas cosas positivas que necesitamos».
¿Qué mejor ejemplo de lo arriba descrito que el hecho de que el hombre que puso arriba a los Cachorros en el juego siete al pisar el plato en el décimo episodio apenas tiene 22 años de edad?
«Eso significa que vamos a ser un equipo bien bueno por muchos años», pronosticó Almora Jr., de ascendencia cubana. «Por lo pronto, vamos a disfrutar lo que hicimos y vendremos el año que viene a tratar de hacerlo otra vez».
El jardinero cubano Soler está totalmente de acuerdo con lo expresado por Almora Jr. «Creo que esto apenas está empezando», indicó Soler, de 24 años de edad. «Casi todos somos jóvenes entre los que logramos esta victoria para el equipo de Chicago. Por mi cabeza está pasando de todo, no se si reírme o llorar».
Y si se habla de emociones, hay que traer a colación al venezolano Contreras, que con el tiempo pudiera convertirse en uno de los mejores receptores de la pelota.
«Gracias a los Cachorros por confiar en mi, por darme la potestad de abrir muchos juegos en la Serie Mundial», comentó Contreras, que a sus 24 años de edad espera ser parte de ese futuro tan sonriente que le espera a los Cubs.
Con la frente en alto
Pese a que se quedaron cortos para capturar la primera corona de la franquicia desde 1948 al caer ante los Cachorros de Chicago en el juego siete de la Serie Mundial, los Indios de Cleveland tienen muchos motivos para mirar hacia el futuro con optimismo.
Para empezar, la Tribu, que tuvo marca de 94-67 en la campaña regular del 2016 para capturar el título de la División Central de la Liga Americana, llega al invierno con pocas interrogantes en su róster.
Los veteranos Coco Crisp, Rajai Davis y Mike Nápoli podrán convertirse en agentes libre ahora, pero el núcleo del equipo – integrado por el campocorto puertorriqueño Francisco Lindor, el antesalista dominicano José Ramírez, el intermedista Jason Kipnis y en el pitcheo Corey Kluber, el venezolano Carlos Carrasco y el quisqueyano Danny Salazar, entre otros – es bastante joven y se mantendrá intacto para el 2017 y en adelante.
Otras piezas fundamentales de los Indios en el 2016 – incluyendo a los jardineros Lonnie Chisenhall y Tyler Naquin, el abridor Josh Tomlin y los dos cátchers del club, el boricua Roberto Pérez y el brasileño Yan Gomes – también están bajo control contractual del equipo.
Además, Cleveland tendrá continuidad en la cueva, ya que el piloto Terry Francona está firmado hasta que termine la temporada del 2018 y su convenio incluye opciones tanto para el 2019 como el 2020.
Manolo Hernández Douen
lasmayores.com
AFP / Gregory Shamus