En la MUD no hay unidad de mando, pues son partidos distintos que se reúnen principalmente en función electoral, y en el PSUV, aunque el mando está en el Presidente de la República, las distintas apreciaciones de sus integrantes generan también sus incoherencias y desatinos
Las direcciones del Gobierno y de la oposición hoy reunida en la MUD han mantenido a los venezolanos divididos en dos sectores, según el apoyo que han dado a cada uno de ellos, en forma similar a como Acción Democrática y Copei hicieron en el pasado. Hoy, al desmoronarse el apoyo popular a quienes gobiernan, producto del desastre al que nos han llevado, los llamados polos pretenden seguir manteniendo a la población dividida entre ambos, de manera de continuar controlando sin competencias la política venezolana, como lo han hecho en estos casi 18 años. En el mantenimiento de esta división, que ha sido mal llamada polarización, ayuda en este momento el odio nacional hacia el presidente Maduro, que lo coloca como objetivo a castigar por la mayoría votante, que acude a la MUD como el instrumento necesario para ello.
Este enfrentamiento de intereses grupales, que no nacionales, ha profundizado la incertidumbre y la desesperanza en la ciudadanía. A pesar de sus acuerdos, se nos aparecen como enfrentados a muerte. Ninguno quiere perder ni un solo voto y tratan de complacer en el discurso incluso a sus grupos más extremistas: Voluntad Popular y Vente Venezuela, en el caso de la Mesa, y Diosdado Cabello en el del PSUV. En la MUD no hay unidad de mando, pues son partidos distintos que se reúnen principalmente en función electoral, y en el PSUV, aunque el mando está en el Presidente de la República, las distintas apreciaciones de sus integrantes generan también sus incoherencias y desatinos.
En principio, parecería no haber dudas sobre la necesidad de diálogo entre quienes copan con sus “pugnas” la escena política nacional. Pero, aunque sus conversaciones generen un clima de mayor sosiego y mejoren el desempeño gubernamental, no sirven a los intereses prioritarios ni fundamentales de la nación y legitiman el modelo polarizador, que ha servido al Gobierno y a la MUD para mantener sus hegemonías, al presentarse como los únicos llamados a dar las soluciones a nuestras dificultades e insuficiencias. Si las políticas propuestas para enfrentar la crisis son las mismas que la generaron, el resultado será idéntico: la dependencia y miseria del país. Es además lamentable que los dirigentes del Gobierno y de la MUD no hayan podido dialogar sin las presiones internacionales actuales, que nos hacen ser un país hasta cierto grado intervenido.
Adicionalmente, no existen en esa mesa de diálogo quienes presenten una visión alterna a la tradicional. El Gobierno ha dado pasos para reducir los partidos políticos adversos al PSUV y la MUD, como lo demuestran las decisiones del CNE y del TSJ, no se ha visto en los polos el rechazo que deberían generar. Tampoco se habla del rescate de la proporcionalidad electoral establecida en el artículo 63 de la Constitución. Ambos callan sobre este aspecto. Son dos situaciones que deben resolverse rápido para garantizar la estabilización del país.
Luis Fuenmayor Toro