Pasadas las cuatro de la tarde y luego de firmes incursiones con unidades blindadas del Ejército Nacional, aviones y efectivos de la Guardia Nacional, las fuerzas leales pudieron retomar el control de la base aérea Francisco de Miranda y lograr la rendición de los golpistas
“Compañeros de armas por ahora y para siempre, el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 vuelve a la lucha con las banderas populares en alto al encuentro de la victoria definitiva. Después de la gloriosa jornada del 04 de febrero, los hombres y mujeres de Venezuela agotaron todos los medios pacíficos para lograr los cambios improrrogables en la organización y conducción del Estado venezolano. El mundo entero fue testigo de las jornadas creativas y esperanzadas de una población que despertó y tomó conciencia de su fuerza liberadora, sin embargo, una dirigencia ciega y sorda al clamor popular continua de espaldas a la nación”.
Estas palabras forman parte de la grabación hecha por Hugo Chávez Frías desde la cárcel de Yare, donde se encontraba preso por su participación en el Golpe de Estado del 04 de febrero de 1992, para ser transmitida a través de Venezolana de Televisión (VTV) durante el Golpe de Estado del 27 de Noviembre de ese mismo año.
Y es que, quizás, la más peligrosa de las consecuencias inmediatas del 04 de febrero de 1992 fue la sensación generalizada de que la intranquilidad en el ejército continuaba. Esto quedó demostrado el 27 de noviembre (27N) de ese mismo año, cuando estalló una nueva insurrección militar, esta vez más peligrosa que la anterior por tener entre sus dirigentes a oficiales de alta graduación y estar apoyado por civiles pertenecientes a organizaciones revolucionarias y grupos opositores al gobierno de Carlos Andrés Pérez.
De alguna manera, esta segunda intentona, buscaba culminar con lo comenzado el 04 de febrero por Hugo Chávez y un grupo de oficiales graduación media. Los responsables militares de esta asonada, en contraste con la anterior, eran de alta graduación, tales como los contralmirantes Hernán Grüber Odremán y Luís Enrique Cabrera Aguirre, el general de brigada de la Fuerza Aérea Francisco Visconti Osorio, el coronel del Ejército Higinio Castro y el mayor de la Guardia Nacional Carlos Salima Colina.
Sigue la inestabilidad
En los meses que siguieron al 04 de febrero se repetían los rumores acerca de la organización de un segundo intento de Golpe de Estado. El gobierno conocía algunos de estos planes y grupos conspirativos e incluso logró infiltrarlos, tal fue el caso del “Movimiento 5 de Julio”, que se constituyó hacia julio de 1992.
La asonada se planificó inicialmente para el día 04 de octubre, luego se consideraron los días 12 de octubre, 24 y 30 de noviembre y finalmente el día 27. Los cambios de fecha estuvieron asociados con diferencias de criterio surgidas entre los altos oficiales y los grupos revolucionarios, puesto que para los últimos un objetivo clave de la operación debía ser liberar a Hugo Chávez de su prisión en Yare, mientras que los primeros no consideraban esa acción como una prioridad.
Las modificaciones también se debieron a la constatación de que el movimiento y sus intenciones eran conocidos por el gobierno a raíz de las infiltraciones y delaciones, lo cual obligó a los rebeldes a reformular sus planes originales. Los insurgentes adujeron como razones para promover el golpe, el fracaso de las salidas institucionales a la crisis política desatada a partir del intento de Golpe de Estado de febrero, la falta de voluntad del gobierno para rectificar sus políticas y a las frustraciones ante la ausencia de disposición del alto mando militar para admitir y ejecutar reformas en la Fuerzas Armadas.
También hicieron suyas las razones expuestas por los golpistas del 04 febrero, como el uso de las Fuerzas Armadas en la represión de los sucesos del 27 de febrero de 1989; la incapacidad del gobierno de Pérez; la corrupción de los altos mandos militares, su distanciamiento del resto de la oficialidad y de las tropas; la escasa atención a los problemas de capacitación, equipamiento y financiamiento de las Fuerzas Armadas.
En términos generales, en el fondo de los acontecimientos del 27 de noviembre, se encontraba una grave crisis de dos instituciones que, a partir del 23 de enero de 1958, se convirtieron en importantes garantes de la estabilidad de la democracia venezolana: los partidos políticos y las Fuerzas Armadas.
A pesar de las causas del 27-N, lo más grave fueron las consecuencias: las cifras oficiales de fallecidos fueron de 142 civiles, 19 efectivos del Ejército, tres de la Fuerza Aérea y siete de la Guardia Nacional. Se contaron 39 heridos en el Ejército, 32 de la Fuerza Aérea, 17 de la Guardia Nacional y siete de la Armada. Fueron detenidas 500 personas entre oficiales y suboficiales y cerca de 800 individuos de tropa, además de 40 civiles.
Sin embargo, las estimaciones extraoficiales calcularon en 200 el número total de personas fallecidas, aunque oficialmente se habló de más 100. Estos son los muertos que venimos arrastrando por 20 años y que, sólo a sus familiares, han importado.
20 años
Tras dos décadas de los sucesos militares de 1992, el panorama de Venezuela es otro. Hoy, Hugo Chávez, quien fue el gran golpista de aquel año, es la presidente de la República, sin embargo, persiste un clima de incertidumbre, marcado por la inestabilidad social y jurídica de aquel entonces
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas