La sequía que vive Bolivia, la peor en 25 años, afecta el suministro de agua en siete de las 10 principales ciudades del país, entre ellas La Paz, y empieza a generar roces entre campesinos y mineros por el uso de acuíferos.
En La Paz, sede de Gobierno, el racionamiento de agua afecta a cerca de 340.000 personas, casi la mitad de los 800.000 habitantes de la ciudad.
También tienen problemas de suministro de agua la vecina El Alto, Cochabamba (centro), Sucre (sureste), Tarija (sur), Oruro (oeste) y Potosí (suroeste).
Las tres represas que abastecen a La Paz «muestran una criticidad preocupante que puede desencadenar situaciones mucho más extremas, si es que no llueve» hasta fin de mes, dijo la Autoridad de Control y Fiscalización de Agua, Víctor Rico, al canal de TV-PAT.
Las reservas de las represas Incachaca y Hampaturi, cercanas a La Paz y las más importante del país, estaban en 6% y 1% respectivamente, por falta de lluvia en los últimos meses, reconoció la empresa estatal de agua Epsas, cuyos ejecutivos fueron cesados el miércoles por el presidente Evo Morales, molesto por el mal manejo del problema.
El gobernante pidió «disculpas al pueblo paceño» por la falta de agua y prometió soluciones a la brevedad.
Mientras llueve, el gobierno comenzó a construir ductos para trasvasar agua a las dos más importantes represas.
Entre tanto, el Colegio de Médicos de La Paz recomendó suspender las clases escolares por el racionamiento y porque cuando el servicio se restablece temporalmente, el agua llega «turbia y con un color café», según su vicepresidente Ricardo Landívar.
La falta de agua empieza a generar protestas. En Cochabamba (centro) se registraron bloqueos de caminos por vecinos, quienes fueron dispersados por la policía con bombas lacrimógenas, aunque no se registraron daños personales.
En Potosí (suroeste) hay amenazas de choques entre campesinos y mineros que se disputan acuíferos.
AFP