El nuevo colegio cardenalicio está integrado por 228 miembros, susceptibles de asistir al papa en su actividad diaria, pero solamente 121 de ellos (pronto 120) tienen menos de 80 años y pueden participar en el famoso cónclave que elige a un nuevo papa
Diecisiete hombres de la Iglesia recibieron este sábado la birreta púrpura cardenalicia de manos del papa Francisco, que progresivamente modela a su imagen el colegio de cardenales, ahora menos europeo y más comprometido con la justicia social.
El consistorio (asamblea de cardenales) para diseñar un nuevo colegio cardenalicio se celebró este sábado en la basílica de San Pedro.
Cada nuevo «príncipe de la Iglesia» se arrodilló de forma ritual ante el papa para recibir su birreta, un tocado eclesiástico de forma cuadrangular, así como su anillo de cardenal.
«Amad, haced el bien, bendecid y rezad», les instó el papa, quien lamentó que el «desconocido, o el inmigrante o el refugiado» se convierta a veces para nosotros en un «enemigo».
«Venimos de países lejanos (…) con idiomas, colores y costumbres diferentes (…) pensando de forma diferente y celebrando la fe con ritos diferentes. ¡Y nada de esto nos convierte en enemigos!», exclamó Francisco en una homilía.
Los nuevos cardenales recibieron el espaldarazo de los cardenales veteranos, y se trasladaron en minibuses a la residencia del papa emérito Benedicto XVI.
Francisco y su predecesor se estrecharon afectuosamente las manos, y el papa emérito alemán saludó uno a uno los nuevos cardenales, antes de celebrar una oración en una pequeña capilla.
Universalidad
El nuevo colegio está integrado por 228 miembros, susceptibles de asistir al papa en su actividad diaria, pero solamente 121 de ellos (pronto 120) tienen menos de 80 años y pueden participar en el famoso cónclave que elige a un nuevo papa. Y pueden potencialmente suceder al argentino Francisco.
De hecho 13 hombres de todos los continentes se convierten este sábado en cardenales electores: tres europeos, tres estadounidenses, un mexicano, dos sudamericanos, dos africanos, un asiático y uno de Oceanía. Cuatro cardenales de más de 80 años –no electores por tanto– tienen un estatuto más bien honorífico.
Un condenado a muerte
Todos ellos son arzobispos u obispos, salvo un simple sacerdote albanés, Ernest Simoni, de 88 años, perseguido durante la dictadura comunista del tirano Enver Hoxha. Condenado a muerte por haber celebrado una misa en memoria del presidente estadounidense John Kennedy, Simoni purgó 18 años de trabajos forzados, en la prisión y en la mina. Al visitar Albania en 2014, el papa Francisco había quedado impresionado y emocionado por la vida de este resistente católico.