BARCELONA, España. Los jóvenes catalanes, muy numerosos en las calles de Barcelona el día de la masiva manifestación nacionalista del 11 de septiembre, sueñan en voz alta con la independencia, liberados de los viejos demonios que atormentaron a las generaciones que vivieron el franquismo.
«Mi casa ha sido siempre del PSOE pero este año los votos irán para ERC», el partido histórico de la izquierda independentista catalana, afirma Raquel Navarro Gijón, de 18 años, estudiante en Ciencias Políticas, en una cafetería de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
«Porque creemos que es la única manera de cambiar», agrega.
Confirmando la reputación independentista de este campus de Bellaterra, en las afueras de Barcelona, Raquel no es la única que piensa que la independencia en esta gran región del noreste de España sea posible, e incluso «la mejor solución ante la crisis».
«Estoy por la independencia porque hacemos un esfuerzo, pero no se ve recompensado. Hay mucha frustración», añade Oriol Cervera, estudiante de Derecho de 23 años.
España «siempre nos ha visto como una colonia», se lamenta Jordi Llorens, que atiende una caseta del partido de extrema izquierda independentistas SI (Solidaritat catalana).
«España nos ha explotado. Durante la Guerra de Sucesión (que terminó en 1714 con la toma de Barcelona por las tropas franco-españolas) no pudieron con nosotros, tampoco pudieron durante el franquismo», añade. «Pero Cataluña siempre sigue viva», enfatiza.
Un «sentimiento de humillación» muy alimentado por la decisión del Tribunal Constitucional español, en junio de 2010, de «reducir a su mínima expresión» el Estatuto de Autonomía ampliado de 2006, añade Salvador Cardús, profesor de Sociología de la UAB.
Esta decisión de justicia, que suprimía la referencia a Cataluña como una «nación», contribuyó a reavivar los rencores, gradualmente apaciguados durante la posdictadura.
El idioma catalán, prohibido de la esfera pública bajo el régimen de Francisco Franco (1939-1975), recuperó sus derechos tras la muerte del dictador, convirtiéndose en la lengua en las escuelas.
AFP