Elías Jaua Milano
Como me dijo este sábado 26 de noviembre en la madrugada mi camarada Ángel Palacios: Fidel no deja vacío en nosotros, nos deja llenos de amor por la humanidad y le pedimos permiso para llorarlo un instante y luego seguir luchando por la alborada de un mundo nuevo. Así es. Fidel es y será faro de luz en el camino hacia una sociedad auténticamente humana, el socialismo.
“Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo, fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos”. Fidel Castro Ruz, 19 de abril de 2016.
Hoy la madeja de sentimientos y recuerdos no me permiten escribir más, por eso comparto el artículo que escribí el 13 de agosto pasado, con motivo de los 90 años de Fidel:
El Fidel que conozco personalmente desde noviembre del año 2000, gracias a nuestro comandante Chávez, es un ser humano apasionado por la causa de una humanidad auténticamente humana.
En las ocasiones que he tenido el privilegio humano e histórico de escuchar al comandante Fidel Castro, durante muchas horas que siempre serán insuficientes para aprender de su saber acumulado y de su pensar estratégico, su principal tema de conversación es acerca de la necesidad de producir los alimentos necesarios para alimentar a la actual población mundial y a la que se proyecta exista para el año 2050 y más allá.
Cómo lograr producir esa magnitud de productos alimenticios y cómo distribuirlos con justicia es el centro de sus mayores ocupaciones. Ese interés por la alimentación lo ha convertido en un verdadero científico agrícola, generando trascendentes aportes para el futuro de la vida humana. Así lo creo.
Igualmente, valoro de sus disertaciones el tiempo que le ha dedicado al estudio del tema del ahorro energético y de la preservación del ambiente como variables fundamentales para garantizar la existencia de la especie humana en nuestro planeta. Sobre ello también sus aportes deben ser sopesados con objetividad, por encima de cualquier prejuicio político.
La amenaza de la autodestrucción humana, como pulsión inmanente en nuestra especie, es siempre motivo de conversación para un hombre que nació en el contexto de la primera guerra mundial y que le ha tocado vivir y conocer todas las confrontaciones del siglo XX y de lo que va de siglo XXI, llegando a ser factor influyente como líder revolucionario de algunas de ellas, como fue el caso de la lucha armada contra el apartheid en África, y un actor fundamental en la llamada guerra fría.
En él he percibido una gran incertidumbre acerca de si los humanos seremos capaces de conjurar el maleficio de la guerra y evitar nuestra propia desaparición de la faz de este planeta. Sin embargo, la duda no genera escepticismo en el hombre que hoy cumple 90 años, como lo expresa en uno de sus pensamientos:
“La generación venidera será mejor que nosotros, pero nosotros seremos lo que habremos hecho posible esa generación mejor”.
Esa profunda confianza de que cuando se defiende una idea justa siempre se triunfará y se avanzará hacia una mejor humanidad es lo que responde a la pregunta hecha consigna por los pueblos del mundo: “Fidel, Fidel, qué tiene Fidel que los imperialistas no pueden con él”.
Fidel tiene una pasión por la idea de que el socialismo es el sendero a la redención de la sociedad humana. Esa idea la ha defendido con valentía, no ha claudicado y en hora buena llega invicto a sus 90 años. ¡Hasta la victoria siempre!