No se trataba en realidad de alcanzar acuerdos ni consensos con los dirigentes de la MUD, más allá de los existentes en relación con el reparto de la renta petrolera, sino de ganar tiempo y tratar de deteriorar la credibilidad en el contrincante y de producirle fracturas
Una vez suspendido inconstitucionalmente el Revocatorio por las maniobras de Diosdado Cabello y algunos gobernadores, mediante el uso de tribunales penales de control incompetentes para decidir contra un poder nacional, el Gobierno comenzó a transitar un sendero de incertidumbres, sin más respuesta que la señalada por Luis Britto García hace meses sobre el tema económico: la de ir “guaraleando” hasta llegar a las elecciones de 2018, a la espera de un incremento milagroso de los precios del petróleo y de disponer de nuevo de recursos para comprar el apoyo de los venezolanos. Es así como se llega a la Mesa de Diálogo y Maduro viaja al Vaticano, para garantizar la presencia del mismo en las negociaciones e iniciar esta nueva fase del espectáculo.
No se trataba en realidad de alcanzar acuerdos ni consensos con los dirigentes de la MUD, más allá de los existentes en relación con el reparto de la renta petrolera, sino de ganar tiempo y tratar de deteriorar la credibilidad en el contrincante y de producirle fracturas. El Gobierno quería además aparecer como dialogante democrático ante la opinión internacional y quitar el peligro de aplicación de la Carta Democrática. Como la misiva del Vaticano lo demuestra, el Gobierno no cumple los acuerdos a los que llega en la Mesa de Diálogo y manipula a la opinión pública acusando a la MUD de ser la culpable; mientras tanto adelanta decisiones que lo colocan en mejor posición y se recupera de una realidad previa de mucha debilidad.
Pareciera inaudito que dirigentes políticos experimentados y malamañosos se hayan dejado llevar a esta trampa caza bobos, lo cual simplemente revela que están más pendientes de sus luchas por acceder al poder que de otra cosa. Así como los venezolanos votaron en diciembre contra Maduro más que por la MUD, en la actualidad la MUD es derrotada más por sus contradicciones internas y sus conflictos que por las acciones gubernamentales. Hoy, su dirección está fracturada, solo 3 (¿ó 2?) partidos permanecen unidos y el deterioro de su imagen es evidente, lo que puede significar un aumento de la abstención electoral en el futuro, situación que beneficia al oficialismo.
El Gobierno también se deteriora en este juego perverso. Las discrepancias de Redes, Marea Socialista, Rodríguez Torres, ciertos colectivos bolivarianos y otros, se han acentuado y algunos ya han roto con el PSUV, por lo que buscan otros caminos y otras alianzas. Estos desprendimientos van, sin embargo, dejando un PSUV en el que los sectores más radicales, ideológicos y delincuenciales, tienen cada vez más peso y capacidad de decisión para torcer cualquier rumbo que les sea adverso. Muchos piensan, y así lo han dicho, no realizar más elecciones o hacerlas pero ganarlas siempre, lo que nos conduce por vías muy trágicas para la gente, que ya han sido vividas en el mundo.
Luis Fuenmayor Toro