Un disparo en el glúteo que le perforó la femoral, recibió el obrero José Rafael Labacude Cedeño (20), al correr para tratar de escapar de unos pistoleros que dispararon desde un carro en la calle principal del barrio Maca, Petare, el martes de 7 a 7:30 pm.
Labacude estaba con otras personas, al escuchar los tiros corrieron, se metieron a una casa, pero cerraron la puerta y el no pudo entrar. Un vecino que recibió un tiro en una mano, al verlo bañado en sangre lo empujó para que se protegiera detrás de un carro.
Ambos fueron llevados al hospital del Llanito, donde suturaron al vecino, le dieron de alta y a Labacude lo ingresaron en la emergencia porque debía ser operado.
Sus familiares se quejaron por el mal trato recibido en dicho centro asistencial, que “más que un hospital lo que parece es un cuartel, con militares por todos lados y no dan información a los familiares”.
A las 11:00 de esa noche Labacude convulsionó varias veces y pidió que lo sacaran de allí porque se iba a morir.
Sus familiares tuvieron que limpiarlo y abrazarlo para que no se cayera, mientras un empleado les decía que tuvieran cuidado para que no se golpeara la cabeza al caer al piso. Hasta esa hora supieron de el.
Un médico les dijo que estaba muy grave, con pocas probabilidades de sobrevivir porque había botado mucha sangre. Al día siguiente les dijeron que estaba en terapia, que le estaban pasando el tratamiento y había movido una mano. Entonces se alegraron.
Durante todo el día no pudieron verlo, a las 5:30 de la tarde se metieron por la fuerza a la sala de terapia intensiva y no lo encontraron. Un funcionario policial les dijo que estaba muerto desde hacía muchas horas.
De acuerdo con los cálculos de la familia, cuando les pidieron 10 donantes de sangre, ya Labacude estaba muerto.
El joven era mayor de dos hermanos, trabajaba en un automercado y dejó un hijo de un año.
AA