Reina pepeada vuelve a la escena caraqueña, ahora en el teatro BOD con un elenco de actores y actrices destacados
Este 2017 oferta para su primer mes teatral una obra de Román Chalbaud, estrenada hace 21 años en el Ateneo de Caracas. Se trata de Reina pepeada, con la cual demostró, una vez más, que es el Gran dramaturgo de proyección verdaderamente nacional. Logró, como lo escribimos para ese entonces, a través de su argumento y sus personajes, francamente delineados, una visión amplia y objetiva de Venezuela, sin caer en compromisos ideológicos y sociales. Con esta pieza, como lo hizo en sus textos anteriores y posteriores, exhibió su mapa personal sobre este país, el cual ahora, más que nunca, muestra su gran vigencia, particularmente porque plasma la descomposición humana surgida en sus ciudades y su insistencia en desmitificar a la sociedad venezolana a partir de sus personajes marginales y marginados, vistos con compasión e ironía.
Reina pepeada nace de una visita que Chalbaud hizo durante 1995 al centro de Caracas para registrar el guion de su película Pandemónium. Como era de mañana y no habían abierto la oficina del Registro Civil, se metió en una arepera, ubicada al lado del Cine Ayacucho, frente a la sede del Congreso de la República, para comerse un arepa de Reina pepeada (mucha mayonesa, pollo y aguacate); y estando ahí vio y detalló mucho más al histórico edificio del Capitolio Federal y se le ocurrió hacer, precisamente, una pieza teatral que trascurriera en un local tan singularmente ubicado, como la arepera de marras; los detalles de los personajes y sus conflictos los creó y pergeñó después.
El pasado se hace presente
Todo eso es lo que el público de esta Caracas del 2017 podrá apreciar en Reina pepeada, comedia de un acto único de 100 minutos y un solo ambiente, que transcurre en el año 1996, dentro de una arepera caraqueña, ubicada frente al Congreso Nacional. Cuando empieza la obra, se realiza una manifestación en las inmediaciones del Capitolio Federal, que es reprimida con disparos y gases lacrimógenos, por lo que la arepera no puede abrir para recibir a su clientela.
A través de sus dueñas, quienes llegaron del interior del país a finales de los años 50, el autor plantea una revisión de los acontecimientos políticos de todas esas décadas. Ellas, la hiperadeca Casilda, que funge de cocinera, y su hija Reina (engendrada por un sargento del ejército, enemigo de Rómulo Betancourt), la cajera, han luchado mucho para mejorar económica y socialmente. Reina ha tenido muchos amantes que la chulearon y el último es Benito; algunos congresantes que se acercaron antes a esa arepera quisieron tener relaciones con Reina, las cuales nunca aceptó, pero en el momento que empieza la obra, está arrepentida, porque su vida habría cambiado si hubiera aceptado convertirse en secretaria de algunos de esos diputados o senadores. Estas dos mujeres tiene, como empleado a Juan de Mata, un homosexual que para redondearse la quincena trabaja como travesti en un centro nocturno y sueña ser un afamado escritor porque pergeña una novela testimonial sobre todas sus vicisitudes existenciales.
Durante la mañana de un lunes, Reina vuelve a recibir a Benito, el marido del que se había separado después de descubrir que la engañaba; así mismo Juan de Mata le confiesa a Casilda (fanática de Betancourt), que vive un tórrido romance con un agente de policía y sin que lo esperaran aparece Alberto, el hijo malandro de Reina, quien muy a su manera defenderá a su madre de las intenciones nada honestas de Benito y su amigo Jeremías, para despojarla de tres mil dólares que tiene ahorrados.
Gran sainete criollo
Reina pepeada es un gran sainete sobre esa sociedad venezolana de fin de siglo XX, donde el amor es la mayor carencia de sus habitantes, al mismo tiempo que compite con el afán de conseguir dinero por parte de su gente, por lo que están dispuestos a todo, incluso a prostituir sentimientos y cuerpos y asumir mascaradas o engaños. El autor para balancear la situación melodramática y/o cursi de la madre Casilda, quien ha visto el derrumbe de sus ideales de una sociedad justa como la predicó Betancourt, y la hija Reina, que ha palpado y saboreado la forma como se erigió una democracia que se corrompió y ahora devora a sus mismos creadores, presenta a un singular homosexual old fashion o loca, estereotipado ser entre cómico y patético como parodia de lo que puede llegar a ser una libertad mal entendida, pero que al mismo tiempo es honesto y enamorado de la vida y del amor, al cual toca fugazmente a riesgo de quemarse con él. Es, quiérase o no, el único personaje masculino digno de la obra, ya que los otros hombres son villanos de poca monta y con diversos niveles de degradación.
Con Reina pepeada, nuevamente, Chalbaud desarrolló sus temas predilectos: la marginalidad social, la relación madre-hija, la prostitución, la homosexualidad, la chulería y la corrupción social y política, todo eso dentro de una poética de búsqueda, y donde se manifiesta su afán de denuncia sobre la confusión de valores y las injusticias que brotan de una división maniquea de nuestra sociedad de buenos y malos, o sagrados y obscenos. Si el país era el burdel de El pez que fuma, ahora es la arepera de Reina pepeada, donde moradores y visitantes se lastiman e incluso se arriesgan por la falta de amor y el dinero, en este caso los temidos dólares.
Chalbaud ha proseguido con su teatro popular porque siempre le gustó crear personajes que se puedan ver en la calle, tocar y palpar, ya que ellos son un poco la vida del país, el latido, el entorno de lo que está sucediendo en estos momentos. Lo único que busca es lo que ha perseguido siempre: hacer buen teatro, hacer reír, llorar y reflexionar a la gente que lo pondere. Su teatro lo explica el mismo público, porque escribe para ese crítico de las mil cabezas. Eso debe suceder ahora con Reina pepeada, donde la arepa de la vida es solicitada con un relleno de amor en sus diversas manifestaciones y de dólares.
21 años después
El segundo montaje de Reina pepeada se mostrará desde el proximo 18 de enero en el BOD, bajo la dirección de Jorge Souki. El elenco está integrado por Norkys Batista, Caridad Canelón, Aroldo Betancourt, Oswaldo Maccio, Carlos Sánchez Torrealba, Homero Díaz, Djamil Jassir y Eulices Alvarado. La ficha técnica está integrada por Douglas Palumbo en la producción ejecutiva, Carlos Díaz en la producción general, Ignacio Gorrochategui en la producción administrativa, Ricardo Morales en la escenografía, José Jiménez en iluminación. Lo que respecta a la música y diseño sonoro están a cargo de José Andrés Souki, Fernando Bosch y Richard Perciante y el diseño de vestuario es de Angélica Gómez-Castro.
E.A. Moreno-Uribe
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