Continuando con el tema del nuevo nacimiento en Jesucristo o la regeneración, debemos reconocer que este proceso no es fácil, si lo tratamos de hacer con nuestras fuerzas, por eso necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo, ya que se trata de dejar atrás toda la vida que hemos conocido y comenzar de nuevo.
La regeneración, es la transición de la vida antigua de pecado a la nueva vida en obediencia a Dios. ¡Y no digan que somos buenos y no somos pecadores!, ya que la Palabra de Dios dice los siguiente: “….por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”, Romanos 3:23.
Otros textos reafirman la opinión del Padre Santo al respecto. Leamos “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros”. “Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros”, 1ª Juan capítulo 1 versículos 8 y 10.
“Dice el necio en su corazón: no hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables, no hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Salmo 14: 1-3.
Las personas que han nacido de nuevo, es decir los creyentes, son librados de la esclavitud del pecado, obedecen a Dios y Jesucristo, siguiendo la dirección del Espíritu Santo, para llevar una vida recta y no practicar el pecado.
Quienes viven en inmoralidad y siguen los caminos del mundo, sin importar lo que expresen por su boca, demuestran que todavía son hijos de Satanás y no son salvos.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde.
Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
beaperiodista@hotmail.com