Estamos en guerra y si bien hemos derrotado al enemigo en diversos frentes, no hemos logrado neutralizar la estrategia local de enajenación, por formar parte de la estrategia capitalista mundializada que ha alimentado tradicionalmente «nuestra» cultura dependiente
La burguesía mundialmente dominante, consciente de la necesidad de naturalizar la acumulación y concentración del capital frente a las mayorías explotadas y asediadas que posibilitan esa acumulación, ha desarrollado distintas prácticas de enajenación permanente para ocultar la dinámica del sistema capitalista y justificar su terrorismo, fundamentado en la supuesta universalidad de su concepción de mercado, democracia y libertad.
Enajenación indispensable para neutralizar cuestionamientos y captar colaboradores dispuestos a engrasar la maquinaria que los tritura.
Enajenación que ha jugado un rol fundamental en la fijación de nuestros modelos, en la adopción de valores y patrones de conducta ajenos y en la prevención o castración de iniciativas liberadoras.
Enajenación que, cual plaga, se contrae y contagia individual y grupalmente a través de estructuras burguesas convencionales: familiares, educativas, religiosas, científicas, castrenses, etc., y masivamente a través de las industrias de la comunicación, la publicidad y el entretenimiento, flexibles, poderosas e impresionantemente impactantes en niños y jóvenes.
Estamos en guerra y si bien hemos derrotado al enemigo en diversos frentes, no hemos logrado neutralizar la estrategia local de enajenación, por formar parte de la estrategia capitalista mundializada que ha alimentado tradicionalmente «nuestra» cultura dependiente. De allí la urgencia de trabajar con empeño y firmeza en revolucionar al menos la educación y la comunicación, tal como se está haciendo en otras áreas.
No es aceptable que centros educativos privados, muchos de ellos subsidiados por el Estado, sigan desinformando y malformando a niños y jóvenes. Que las universidades autónomas no rindan cuentas y sean centros de conspiración y que las creadas en los últimos 17 años, con excepción de la agrícola de Barinas, sean eminentemente conservadoras, etc. Pareciera que aquí además de pensar nuevas transformaciones, hay que aplicar mano dura para que de inmediato se cumpla lo ya definido.
Tampoco es posible que sigamos apegados a principios, reglas, formas, contenidos y medios comunicacionales ortodoxos. Que intentemos contratacar las agresiones y la enajenación permanente del enemigo cayendo en la «sociedad del espectáculo», difundiendo masivamente sus productos, imitando su estilo y tratando de responderle con una objetividad que no existe o con una superficialidad boba.
Hemos avanzado sí, pero nos falta mucho por hacer. Nos ha costado mucho dar pie con bola en esta área, pero estoy segura que un equipo variopinto de comunicadores y publicistas con experiencia, de jóvenes emisores, receptores, amantes de la diversión, de funcionarios de áreas claves y de creativos ajenos a la cotidianidad de los medios masivos pueden hacer propuestas novedosas que valdrá la pena ensayar.
La paz se alcanza con las estrategias y las armas adecuadas.
Mariadela Villanueva
aporrea.org