Una semana después de su entrada en vigor, el cese el fuego de las FARC en Colombia ya provoca escaramuzas: el gobierno y la guerrilla se acusan mutuamente de torpedearlo, aunque ninguno cuestiona las conversaciones de paz.
En una entrevista con el diario El Tiempo de Bogotá publicada este lunes, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, acusó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de haber violado su compromiso, lo que los rebeldes marxistas niegan vivamente.
¿Se respeta la tregua? «Hay algunas evidencias que demuestran que no» han cumplido, respondió el ministro. «Han derribado torres de energia y cometido otros actos en contra de la fuerza pública», agrega Pinzón, quien recuerda que «lo importante no son las palabras, sino los actos».
Durante el inicio de las conversaciones que se desarrollan desde el 19 de noviembre en Cuba con la esperanza de resolver el conflicto más viejo de América Latina, que ya dejó varios centenares de miles de víctimas, las FARC anunciaron un cese el fuego de dos meses, hasta el 20 de enero, para favorecer el diálogo.
Una opción que no han imitado las autoridades que, cautelosas por los fracasos de diálogos anteriores, pretenden mantener la presión militar sobre la guerrilla hasta que se alcance un acuerdo final.
En un comunicado publicado el domingo en La Habana, las FARC confirmaron su «total acatamiento al cese unilateral», y reprochan a las Fuerzas Armadas colombianas emprender «simulacros de combates».
El grupo rebelde también llamó a organismos internacionales a garantizar sobre el terreno el respeto de la tregua.
Es improbable, sin embargo, que las autoridades accedan a ese pedido y a verificar una tregua unilateral, que se considera una misión imposible en un país en el que además de la guerrilla actúan múltiples grupos ilegales, entre ellos poderosas bandas de narcotraficantes.
«Guerra de palabras»
Mientras varios altos mandos militares ya reprocharon a los insurgentes que continúen con los ataques, las FARC proclaman su «legítimo derecho a la defensa» en caso de ofensivas militares contra sus unidades.
Los rebeldes reconocieron, sin embargo, que los miembros de un frente regional habían cometido el martes último, al día siguiente del anuncio de la tregua, atentados con explosivos contra el tendido de la red eléctrica en el departamento (provincia) de Antioquia (noroeste). «La orden de cese al fuego no alcanzó a llegar a la unidad guerrillera comprometida en estas acciones», se justificó el frente que operaba en esa región en un communicado difundido el fin de semana.
Fundadas en 1964, las FARC, que aún cuentan, según las autoridades, con 9.200 combatientes, se distribuyen en una decena de bloques, esencialmente activos en zonas rurales y regiones fronterizas, tras una serie de derrotadas que en los últimos diez años redujeron a la mitad sus efectivos.
«Los que tienen obligación de demostrarle al país credibilidad y compromiso son las FARC, que le han mentido históricamente a Colombia», insistió el ministro de Defensa.
«Ojalá negocien pronto, y de una vez por todas declaren un cese de fuego para el resto de la vida», agregó Pinzón.
Interrogado por la AFP, Ariel Ávila, experto de la fundación colombiana Nuevo Arco Iris, especialista en el conflicto, estima que «es una guerra de palabras que es totalmente normal» y que no debería «dañar el proceso de paz». «Con el cese del fuego, las FARC han hecho un golpe mediático frente a la comunidad internacional. Y el gobierno intenta aprovechar cualquier incidente para quitarles credibilidad, sobre todo el ministro de Defensa, que está bajo la presión de los mandos militares», explica este analista.
AFP