El Gobierno Bolivariano no se anduvo por las ramas cuando, en comunicado oficial, rechazó en forma categórica las denigrantes declaraciones del vicepresidente Vargas Lleras
Con marcado estupor, hace pocos días, los venezolanos recibimos las destempladas declaraciones del vicepresidente de Colombia, Germán Vargas Lleras, quien en un acto de entrega de viviendas, en el Municipio Tibú, departamento Norte de Santander, exhortó descaradamente a los gobernadores y alcaldes a no permitir que los venezolanos sean beneficiados con los programas de vivienda, ni con ningún otro programa social del Gobierno colombiano.
Aderezando tal planteamiento con la grosera y xenofóbica expresión de “venecos”, que es como despectivamente denominan a los venezolanos desplazados, residenciados en las zonas de Catatumbo, Cúcuta y su área metropolitana. “No vaya a dejar meter los venecos, por nada del mundo”, espetó, específicamente, el alto funcionario del gobierno de Juan Manuel Santos.
Holguín sibilina
¿Estaría Vargas Lleras consciente de lo que decía en ese acto público? Pensamos que sí, aunque, inmediatamente, ante las respuestas de protesta del Gobierno Bolivariano, la canciller colombiana, María Ángela Holguín, se apresuró a declarar que el vicepresidente no quiso hacer una afirmación peyorativa, ya que es política de su gobierno abogar por el lenguaje respetuoso, que no debe ser de ofensa para ningún país, más aún estando de por medio el propósito del presidente Santos de estimular la integración de países hermanos.
Pero esta aclaratoria sibilina de la diplomática colombiana, más bien sirve para acentuar el sentido de lo afirmado por Vargas Lleras, porque lo que hace es referirse al desliz argumental, no intencional, según ella, del vicepresidente colombiano, dejando a un lado el aspecto sustancial de la situación planteada, como es el de no permitir (por nada del mundo) que los venezolanos en Colombia sean beneficiados con programas sociales oficiales.
Cobijo seguro
Frente a esta evidente agresión al pueblo venezolano por parte del gobierno colombiano, luce pertinente que haya sido una propia y autorizada activista colombiana de los derechos humanos, la exsenadora Piedad Córdoba, quien emitiera una contundente recriminación al vicepresidente colombiano, señalándole que si acaso él no se había enterado “que los ‘venecos’ le han dado casas gratis a 280 mil familias colombianas en Venezuela”, y que los más de 5 millones de ciudadanos colombianos que viven en Venezuela han recibido educación, salud, viviendas, empleo, entre otros beneficios, ante el abandono de sus gobernantes, encontrando en este país, en el que no han sido acusados de invasores, la tranquilidad y estabilidad que no tuvieron en su propia tierra de origen.
Así mismo, el Gobierno Bolivariano no se anduvo por las ramas cuando, en comunicado oficial, rechazó en forma categórica las denigrantes declaraciones del vicepresidente Vargas Lleras, que contravienen los instrumentos internacionales de Derechos Humanos suscritos por Colombia y desconociendo “los lazos históricos indisolubles de hermandad de nuestros pueblos guiados por la espada común que les dio la libertad».
Lazos históricos que son los que sustentan los principios que guían a Venezuela, muy especialmente, a partir de la revolución bolivariana, para dar “cobijo seguro, respetuoso y de manera integral a millones de colombianos”.
De manera que es reprochable, enfatiza la declaración oficial venezolana, que, existiendo vínculos fraternos entre nuestros pueblos, la oligarquía colombiana arremeta sistemáticamente contra el pueblo venezolano y su digno gentilicio; sin ninguna muestra efectiva, agregamos nosotros, de respeto y reciprocidad, independientemente de las retóricas de ocasión.
Dos proyectos
Y este es precisamente, el punto nodal, no hay que verlo como un simple desliz de un alto funcionario, sino como expresión de una conducta consuetudinaria de la oligarquía colombiana, que desde los momentos iniciales constitutivos de las dos repúblicas, siempre ha pretendido, con el mayor descaro, aprovecharse insaciablemente de la relación de inevitable vecindad.
Ya en los tiempos independentistas estaban presentes dos proyectos históricos que terminaron siendo antagónicos: uno representado por los bolivarianos, que aspiraban a la conquista de la independencia para preservar la soberanía y la integración de nuestros pueblos en aras de la mayor suma de felicidad social, económica y política posibles; y el otro, reflejado en los santanderistas que, si bien procuraban la ruptura del vínculo colonial español, era con la idea de adherirse a los imperios emergentes, sacrificando la soberanía y manteniendo la desigualdad y la disgregación de los pueblos.
Hubo y hay, ayer y hoy, bolivarianos y santanderistas en los dos países. Colombia ha producido siempre y actualmente insignes bolivarianos. Esto hay que tenerlo claro para entender las luchas del presente, por supuesto, sin desconocer lo específico contemporáneo. En la actualidad, Santos, Holguín, Pastrana y Uribe y otros tantos son los Santander y Obando (artífice del asesinato de Sucre) de ayer.
Un botón
Decir que Santos es un descarado, naturalmente, entre otras cosas, no es un juicio a la ligera. Para muestra “ basta un botón”: en 2010 le hizo una promesa pública al comandante Chávez de que no entablaría ninguna alianza militar con la Otán y ahora acaba de reconocer, el 23 de diciembre de 2016, que desde cuando era ministro de Defensa de Uribe, hace 9 años, había radicado la solicitud para hacer un convenio de cooperación con una organización militar, injerencista y criminal, que, como la Otán, no debería tener presencia alguna en América Latina.
A la oligarquía colombiana le apetecen desde siempre las riquezas naturales de nuestro país; a la oligarquía venezolana, con la misma apetencia, le importa muy poco compartirlas con sus pares colombianos y, obviamente, con el imperialismo. Su desinterés está en compartirla con el pueblo. Pero para desazón de oligarquías e imperialismo, el bravo pueblo despertó con la estratégica guía e inspiración de Chávez y Bolívar.
NOTAS PARALELAS
«María Ángela Holguín se apresuró a declarar que el vicepresidente no quiso hacer una afirmación peyorativa, ya que es política de su gobierno abogar por el lenguaje respetuoso…»