Todo está montado contra la revolución, los recursos, las leyes, la cultura, las costumbres, los hábitos, las ideas, todo está fabricado para impedir los cambios
Las revoluciones necesitan animales de galaxia. Guaicaipuro, Espartaco, Miranda, Bolívar, Marx, Lenin, Luxemburgo, Gramsci, Fidel, el Che, Zamora, Chávez… Y pueblos de galaxia que los apoyen, porque de otro modo no inundarían bibliotecas sino que se quedarían atascados en alguna misericordiosa nota al pie.
Esta dialéctica permitió a Edgar Morín resolver el dilema individuo-colectivo. El individuo está en la sociedad que está en el individuo, dice Morín. No son el mismo ser, pero no pueden tener existencias disyuntas sino recursivas, como femenino y masculino.
Tienen que ser animales y pueblos de galaxia (la metáfora es de Silvio Rodríguez), porque la revolución debe navegar contra la corriente.
Deben ser, pues, anormales, como me reveló un taxista escuálido e inteligente (hay) durante el paro de 2002-3. A un gobierno normal ya lo hubieran tumbado, me dijo, pero con Chávez no van a poder, porque es un anormal. Descubrí entonces que ser insurgente es ser anormal, como todo animal de galaxia.
Todo está montado contra la revolución, los recursos, las leyes, la cultura, las costumbres, los hábitos, las ideas, todo está fabricado para impedir los cambios. Por eso las revoluciones son interrupciones inesperadas y arduas.
Las tensiones sociales llegan a un punto catastrófico y se revela y rebela el Negro Miguel, se alza Espartaco, se levantan Gual y España, París toma la Bastilla, Bolívar pregunta si 300 años de calma no bastan y Chávez lanza el por ahora.
Ahí comienza lo que llaman precisamente la reacción: las clases dominantes activan sus mecanismos de defensa, esconden la comida, acaparan la moneda, lanzan campañas de descrédito contra el pueblo y contra los animales de galaxia, perpetran golpes de Estado.
El procedimiento es antiquísimo y hay un sector del pueblo que se desquicia y se pone a trabajar con ahínco para quienes lo oprimen y Maduro es culpable desde la matanza de Herodes hasta de los huracanes del Caribe, pasando por sequías e inundaciones por igual, pues hasta ese grado llega la disociación sicótica de ese sector, que incluye a dirigentes que estuvieron con la revolución hasta que el barril bajó de $ 100.
En cambio a la derecha le cuadra cualquier Julio Borges, que tú me dirás qué es y qué pueblo lo sigue.
Roberto Hernández Montoya
aporrea.org