«Marisa murió triste», manifestó el expresidente. «Murió afectada por «la canallada, la imbecilidad y la maldad que hicieron con ella», agregó
Natalia Ramos / AFP
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva despidió el sábado a su fallecida esposa y compañera de batallas, Marisa Leticia, en un emotivo y multitudinario velorio que acabó con un duro discurso contra las acusaciones de corrupción que han perseguido al matrimonio el último año.
«Marisa murió triste», manifestó Lula frente al féretro de la exprimera dama, cubierto con una bandera brasileña y otra roja del Partido de los Trabajadores (PT). Murió afectada por «la canallada, la imbecilidad y la maldad que hicieron con ella», añadió el exmandatario (2003-2010).
«Tengo 71 años y creo que voy a vivir mucho porque quiero que los criminales que levantaron ligerezas contra Marisa tengan la humildad para pedirle disculpas», dijo un conmovido Lula, aplaudido por la multitud de seguidores que se agolparon en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos, en el cordón obrero de Sao Paulo.
Marisa Leticia Rocco -con quien Lula se casó en 1974 después de ambos quedar viudos de sus primeros matrimonios y con quien tuvo tres hijos- falleció a los 66 años en el hospital Sirio Libanés de Sao Paulo luego de haber sufrido un accidente cerebrovascular el pasado 24 de enero. El hospital oficializó su muerte el viernes tras haberle diagnosticado ausencia de flujo cerebral el jueves.
Vestido íntegramente de negro, Lula fue recibiendo a lo largo de la mañana el pésame y los abrazos de centenares de ciudadanos enfundados en la camiseta roja del PT que se acercaron a la sede sindical, donde la pareja se conoció hace cuatro décadas.
La destituida expresidenta Dilma Rousseff (2010-2016) y la plana mayor del partido izquierdista también quisieron estar presentes en el velorio, que finalizó con un breve pero duro mensaje político de Lula contra los fiscales y jueces del caso Petrobras.
Lula enfrenta cinco acusaciones ligadas a ese megaescándalo de corrupción, algunas de las cuales involucrando a su difunta esposa, e insiste que se trata de una persecución que busca impedir que se presente a las elecciones presidenciales de 2018.
«Si alguien tiene miedo en este país, si alguien cometió corrupción, si alguien tiene miedo de ir preso, no es este hombre que está enterrando a su mujer hoy», dijo el exmandatario asegurando que tiene la «conciencia muy tranquila».
«Marisa, descansa en paz que tu ‘Lulinha de paz y amor’ aun va a seguir luchando mucho para defender tu honra», prometió Lula antes de romper a llorar, al grito de sus seguidores: «Lula guerrero del pueblo brasileño».
«Mataron a Doña Marisa»
Durante el velorio, la mayoría de los miembros del PT no dudaron en vincular la muerte de la exprimera dama al año de turbulencias y sobresaltos judiciales que vivió el matrimonio Da Silva.
«No es una exageración decir que mataron a Doña Marisa, ella fue víctima de una persecución gigantesca y no aguantó», dijo a periodistas el senador del PT Lindbergh Farias.
Esa teoría, esbozada horas antes por Rousseff, también fue secundada este sábado por el exjefe de gabinete de Lula y exministro de Rousseff, Gilberto Carvalho.
«Hace un año que Doña Marisa no tenía ninguna alegría, vivía bajo amenazas de prisión, de prisión de los hijos. Tengo la convicción de que su partida prematura está muy ligada a ese clima de odio», dijo Carvalho.
Conversación con Temer
El jueves en la noche, el presidente conservador Michel Temer fue a dar el pésame al exmandatario al hospital Sirio Libanés, igual que lo había hecho horas antes el expresidente Fernando Henrique Cardoso, rival político durante años de Lula.
Aunque Temer es considerado un «golpista» por el PT al haber asumido el poder tras el impeachment a Rousseff, Lula lo recibió cordialmente e incluso aprovechó la ocasión para hacerle algunas observaciones políticas a pesar del doloroso momento personal.
Según publicaron varios medios, el líder izquierdista criticó la propuesta del actual presidente para reformar el sistema de pensiones en medio de la grave recesión nacional, le recomendó potenciar el consumo interno en vez de promover medidas de austeridad y le tendió la mano para seguir conversando.
«En este momento de desavenencias tan profundas, la muerte de Marisa posibilitó esos encuentros y la voluntad de que se converse más sobre Brasil», destacó en el velorio el exsenador y cofundador del PT Eduardo Suplicy.
El cuerpo de la exprimera dama, puntal de Lula desde sus años de lucha contra la dictadura y la fundación del PT, fue cremado en un acto reservado a la familia.