Es insólito que en otros países donde Odebrecht fue escogida para obras de gran envergadura ya se esté investigando y salgan nombres sin importar su relevancia, mientras que en Venezuela a estas alturas es poco o nada lo que se sabe
En el Perú hay un tremendo escándalo porque ha salido a la luz pública que el expresidente Alejandro Toledo presuntamente recibió sobornos por parte de la compañía brasileña Odebrecht, cuyos propietarios y directivos están sometidos a juicio y presos en Brasil porque se puso al descubierto una inmensa red de corrupción, gracias a la cual no solamente hicieron «feijoada» en el gigante del Sur, sino también suculentos guisos en prácticamente todos los países que les abrieron las puertas para que ejecutaran obras de gran importancia como ferrocarriles, puentes , viviendas, edificios, etc.
Desde el presidente Pedro Pablo Kuczynski hasta varios exministros del gabinete de Toledo le han exigido que regrese a Lima para que aclare su situación, muy comprometida desde que el ex director de Odebrecht en Perú confesó que al exmandatario «le mojaron la mano» con veinte milloncitos de dólares para que diera el visto bueno a la participación de la compañía brasileña en la ejecución de varias obras. El actual mandatario peruano fue parte del equipo de gobierno de Toledo y sin embargo hoy lo exhorta a que dé la cara y lo acusa de traición. No hay en este caso solidaridad automática con el expresidente y hasta sus exministros quieren verle el hueso.
En Venezuela, ya el Ministerio Público anunció que se inició una investigación y que al parecer habría una persona involucrada o investigada. Da curiosidad saber el nombre y las razones por las cuales no se informa sobre su identidad . ¿Será un chivo pesado? ¿Otro chinito de Recadi? Y miren que aquí en Venezuela los señores de la compañía brasileña recibieron contratos mil millonarios. Me encantaría ver esa lista de sobornos pagados en nuestro país. Que se sepa, que no se haga nada por impedir que los venezolanos nos enteremos con pelos y señales de lo que hizo Odebrecht en esta tierra de gracia para que todas las puertas, incluidas las más elevadas, se le abrieran de par en par.
Que se prenda ese ventilador, y se sepa si no solo hubo gato encerrado en el proceso de asignación de esas obras sino también en cuanto a los precios que la compañía cobró aquí por cada una de ellas . Que se compare, por ejemplo, si lo que le hemos pagado equivale al mismo monto que ellos recibieron por trabajos similares en otras naciones. Que se investigue el porcentaje de cumplimiento de las obras, si hubo pagos por adelantado que no se corresponden con los trabajos hechos o por hacer. Eso es vital para la lucha contra la corrupción.
La cosa no se puede despachar a la ligera. No es, como dijo el presidente Nicolás Maduro, que Odebrecht se auto disolvió como la Mesa de la Unidad Democrática. No señor. Esa firma tiene muchas preguntas que responder allá en Brasil y aquí en Venezuela. No es suficiente con decir que unas compañías nacionales pueden darle continuidad a los trabajos paralizados o inconclusos. Si tienen alguna cabuya amarrada en la pata no se pueden ir con ella como si nada ha pasado. Y, por favor, no olviden desembuchar por completo los nombres de los beneficiarios de sus favores.
Un caso de tal magnitud, con ribetes internacionales, no puede pasar por debajo de la mesa en el país donde esa compañía brasileña tenía o tiene los contratos más jugosos. Por eso es imperioso que el parlamento recupere su función constitucional, para que las investigaciones que realice tengan absoluta validez y sirvan para establecer la responsabilidad política de los altos funcionarios que de alguna manera han asumido las relaciones del Estado venezolano con esta empresa, que llegó a Venezuela como parte de los convenios de cooperación con Brasil.
Es insólito que en otros países donde Odebrecht fue escogida para obras de gran envergadura ya se esté investigando y salgan nombres sin importar su relevancia, como ocurre en Perú con el ex mandatario Alejandro Toledo, mientras que en Venezuela a estas alturas es poco o nada lo que se sabe. Si yo fuera el presidente ordenaría una investigación que vaya hasta el fondo de este asunto, caiga quien caiga.
Ah, y de paso tomaría, aunque sea tarde, la decisión de darle prioridad a empresas venezolanas para la construcción de obras como las que les fueron asignadas a la influyente y hoy empatucada compañía brasileña. Ya basta de estar fortaleciendo a empresas extranjeras que hacen de la corrupción un modus operandi. Vamos a darle la oportunidad a empresarios venezolanos, en medio de la mayor transparencia. Volvamos a los procesos de licitación y que gane la mejor propuesta.
Vladimir Villegas
aporrea.org