El cuadro venezolano que va al Clásico Mundial de Beisbol resiente la ausencia de los lanzadores abridores Carlos Carrasco y Júnior Guerra, por lo cual Omar Vizquel depuró la escogencia para incluir a 15 lanzadores. «Nuestro fuerte es la toletería», sostiene el piloto
No debería sorprender que el róster de Venezuela para el Clásico Mundial de Beisbol se haya combinado para dar 239 jonrones la temporada pasada en las Grandes Ligas. Después de todo, 10 peloteros de este país consiguieron más de 20 cuadrangulares y otros 9 sumaron al menos 12 en 2016.
La tierra del inmortal Luis Aparicio sigue produciendo campocortos de brillante defensiva. Freddy Galvis fue finalista en el Guante de Oro en la Liga Nacional y Alcides Escobar ya ganó la distinción en la Liga Americana.
Escobar, de hecho, estará a las órdenes del mánager Omar Vizquel, debutante en estas lides y excepcional paracorto en sus tiempos como jugador activo, con 11 guantes de oro en su colección personal. Galvis era parte de la convocatoria revelada esta semana, aunque quedará fuera por lesión, al menos en la primera fase de la cita.
El sello de esta Vinotinto, sin embargo, es otro. Aunque no descuide la defensiva. «Nuestro fuerte es la toletería», exclama Vizquel.
El triplecoronado Miguel Cabrera encabeza la nómina una vez más. Es uno de los dos venezolanos que han estado presentes en todas las ediciones de la competencia, desde su inicio en 2006. Viene de sacar 38 pelotas del parque, en una cosecha que algunos consideran discreta, porque «solamente» empujó 108 carreras, con una línea de .316/.393/.563.
El intermedista Rougned Odor (33 bambinazos, sustituto del lastimado Galvis), el designado Víctor Martínez (27), el jardinero derecho Carlos González (25), el camarero José Altuve (24) y el receptor Salvador Pérez (22) van a compartir lineup con Cabrera. Los seis superaron la veintena de vuelacercas hace pocos meses. Son el músculo de una maquinaria que incluirá la velocidad y capacidad para embasarse de los patrulleros Ender Iniciarte y Odúbel Herrera, además del liderazgo del antesalista Martín Prado y las piernas de Escobar.
«Este es un equipo que va a producir muchas carreras», vaticina Roberto Ferrari, integrante del Comité Operativo de la Selección Nacional suramericana. «Es un equipo que, además, tiene mucha velocidad. Debe producir mucho».
Es verdad que hay buenos corredores allí. A pesar de los tablazos de vuelta completa, los miembros de ese róster robaron muchas almohadillas en 2016. Hernán Pérez, que asiste como suplente del cuadro y cuarto guardabosques, fue uno de los máximos estafadores de la gran carpa, con 34. Altuve consiguió 30 y Herrera 25. Inciarte, Escobar y Odor también lograron doble figura.
Vizquel está a gusto con eso. Hace meses, tras ser nombrado para su primera experiencia como timonel, se describía como un piloto partidario de jugar pelota pequeña, tocar la bola y correr mucho. Puede que la realidad, sin embargo, le imponga otra ruta.
«Con este equipo no se puede tocar», repite ahora por doquier. «A estos hay que dejarlos batear».
Pero la velocidad ofrece otras ventajas: permite cubrir mayor cantidad de terreno.
«Te da una mejor defensiva», recuerda Ferrrari.
La línea central es sólida. Además de Escobar en el short, el cátcher Pérez tiene cuatro guantes de oro, el camarero Altuve posee uno y el patrullero central Inciarte tiene otro.
También hay solvencia en las esquinas. González, el jardinero derecho, acumula tres distinciones doradas. Herrera, que se estrenará en el left, fue finalista del premio en 2016. Y Prado es un hábil tercera base, con un buen UZR en la posición.
Es un panorama auspicioso para un país que ama el beisbol, que desde 2006 espera con ansia, casi con desesperación, una corona en la cita internacional. El problema es que el pitcheo tal vez no muestre la misma profundidad.
El exceso de figuras renombradas ha permitido dejar por fuera a astros como Asdrúbal Cabrera o Pablo Sandoval. La banca necesitaba jugadores versátiles, no súper estrellas, explica Carlos Guillén, gerente general de la escuadra venezolana. Por eso, habrá pocos hombres en la reserva, capaces de cumplir varias tareas en el campo.
«Y correr como emergentes por Miguel o por Víctor», agrega Guillén.
15 lanzadores
Ese planteamiento le permitió al ejecutivo incluir hasta 15 lanzadores para la primera ronda, con la posibilidad de escoger entre siete más a partir de la segunda vuelta.
«No tenemos mal pitcheo», afirma Ferrari. «Pero duele no contar con Carlos Carrasco ni Júnior Guerra».
Carrasco y Guerra tuvieron el mejor WAR entre sus compatriotas y lograron la mejor efectividad ajustada entre todos aquellos que al menos tiraron 20 innings la temporada pasada. Habrían formado una rotación excepcional junto a Félix Hernández. En cambio, el Rey deberá combinarse con Martín Pérez y alguien más, que puede ser Jhoulys Chacín o Yusmeiro Petit.
También el bullpen sufrió bajas, que podrían reducirse si Venezuela avanza de fase.
«Eduardo Rodríguez y Héctor Rondón estarán disponibles para la segunda vuelta», precisa Ferrari. También Edubray Ramos.
«Me hubiese gustado tenerlos a todos», reconoce Vizquel.
El cuerpo de relevistas no desluce, a pesar de la ausencia de Rondón y Ramos. Jeanmar Gómez, el cerrador de los Filis de Filadelfia el año pasado, tiene asignada la séptima entrada. Bruce Rondón, preparador de los Tigres de Detroit, será el hombre de la octava. Francisco Rodríguez volverá a ser el cerrojo, como ya lo fue en las tres ediciones anteriores de la justa.
Silvino Bracho y Deolis Guerra también pueden proteger ventajas. El poco conocido Robert Suárez tiene una de las rectas más veloces en el beisbol japonés.
«No quiero hablar de puntos débiles», señala, de hecho, Vizquel.
Pero los hay. El pitcheo asiste con lo justo, debido a los nombres que se echan en falta, y eso se nota en todas las áreas, pero sobre todo en el relevo zurdo.
Sin Felipe Rivero ni Luis Avilán, Guillén buscó a los prospectos José Alvarado y José Castillo, dos ligamenoristas, y al veterano Wilfredo Ledezma, que no lanza en las Grandes Ligas desde 2011, para ubicarlos al lado de José Álvarez.
Los cuatro estarán a prueba cuando sea necesario un especialista en momentos clave. También lo estará Vizquel, que nunca ha dirigido en ningún nivel, aunque tiene cuatro años como instructor en las menores y en la propia MLB.
«Estoy listo para el siguiente nivel», sostiene el excampocorto.
«No estoy inventando nada al decir que el pitcheo es muy importante en esta competencia», reconoce Ferrari. «Pero considero que tenemos buenas opciones y que tenemos un punto fuerte en la ofensiva. Y la defensa parece garantizada».
Esa es la escuadra que representará a Venezuela. Forman un puñado de peloteros que comparten el mismo sueño de 30 millones de venezolanos: conquistar, por fin, el Clásico Mundial.
Así sea a fuerza de batazos.