Son tantas las mentiras mediáticas que hemos tenido que oír, superar, y tantas personas inmorales que se han prestado para seguir la corriente a los rumores, que el día que algo sea realmente cierto, ya no creeremos en nada
La yuca ha sido uno de los tubérculos más cultivados y consumidos en nuestro país desde tiempos remotos. Aquellos que hemos crecido en medio de agricultores y campesinos, sabemos esta historia, y sabemos que la yuca ha sido un medio de subsistencia. Para su consumo propio y como entrada económica en el hogar, lo fue para nuestros padres, sus abuelos y los padres de los abuelos, lo que quiere decir que no es en esta crisis que la yuca ha hecho su aparición. Lo que ha sucedido con esta y muchos otros productos de la naturaleza es que lo hemos dejado en un segundo plano, para reemplazarlos por maíz procesado, casabe, pan y otros alimentos. Nos olvidamos de las arepitas de maíz pilado que hacía la abuela en el fogón de leña, para cambiarla por una harina que ya está casi lista para la sartén. Así como habían sido olvidados los campos, por el auge de la ciudad, más sin embargo estos alimentos naturales no han desaparecido del mercado, solo estaba su publicidad en recesión.
Ahora bien, con la crisis existente en el país y la dificultad para adquirir los alimentos a los que estamos acostumbrados, la gente recurrió a la vida tradicional y al ingenio como medio de subsistencia. Si Lorenzo Mendoza saca su harina del país, y nos obligan a hacer colas interminables para adquirir una harina pan, pues nosotros recurrimos a la yuca, batatas, plátanos. Le hemos dado el valor que realmente tiene nuestra naturaleza. Eso no le gusta a las grandes corporaciones procesadoras de alimentos, porque atenta contra su imperio y mucho más en nuestro país, donde los deseos son salir de la revolución bolivariana, y nos han castigado con los alimentos para obligar al pueblo a salir a la calle. ¿Quién no pelea por el derecho a los alimentos? Pero ahora esta gente decidió volver a sus orígenes, o sea alimentarse de la tierra. Con eso no contaban en vez de saquear supermercados y alterar la paz de las calles, aprendieron a alimentarse de otra forma.
Ahora resulta que la yuca anda matando gente por doquier. ¿Cuántos casos de envenenamiento por yuca amarga habíamos escuchado antes de hoy? Que yo recuerde ninguno. Sí habíamos escuchado la existencia de la yuca amarga para procesar el casabe, pero nunca muertos por el consumo equivocado del producto. ¿A quién van a perjudicar con esta bola que se está corriendo? ¿Y quién se beneficia? Ahora, tomando en cuenta los rumores que se han corrido sobre las muertes, ¿qué médico o qué hospital ha hecho público el diagnóstico de muerte? Porque hasta ahora lo que hemos escuchado es la misma propaganda que le hicieron a los cubanos cuando llegaron a Venezuela, y hasta hoy los CDI viven llenos de pacientes, entonces no venían a matar a nadie. ¿Qué pasaría si satanizáramos a la Coca Cola que de por sí es un producto altamente dañino, pero empezamos a decir que ha muerto gente por su consumo, o peor, le hacemos un boicot a la harina pan, que es el producto que más come el venezolano y ahora expandido a otros países, fabricado en Venezuela y producido con dólares preferenciales? Moverían cielo y tierra para echar por tierra esa mentira. Pero a los agricultores no, vamos a terminar de enterrarlos y a los consumidores, pues nada, vamos a obligarlos a que sigan haciendo cola para que compren la harina pan.
Nos gustaría escuchar al Ministerio de Salud haciendo la advertencia del consumo de yuca, y entonces diríamos que hay algo de verdad en todos los rumores que han surgido. O a un médico u hospital que haya recibido a un paciente presentando estas características. Mientras solo sean rumores de esquina los veremos como uno de los muchos que han inventado para plagar la población de mentiras e incertidumbre, buscando la desestabilización y atentando contra la psiquis del ciudadano. Son tantas las mentiras mediáticas que hemos tenido que oír, superar, y tantas personas inmorales que se han prestado para seguir la corriente a los rumores, que el día que algo sea realmente cierto ya no creeremos en nada. Nos pasará como el cuento del pastor mentiroso.
Zonia Linares
aporrea.org