A cuatro años de su muerte, Hugo Chávez sigue siendo una figura controversial en la política venezolana, pero aún nadie ha asumido un debate serio sobre sus ideas y sus acciones
A cuatro años de su muerte, el presidente Hugo Chávez sigue siendo parte del debate político de manera permanente, algunos para tratar de atribuirse la facultad de continuar o haber heredado su legado y otros para atribuirle toda la responsabilidad de la crisis que hoy sucede en el país. Sin embargo, la verdad es que el pueblo llano aún lo debate, algún sector importante lo extraña y añoran sus cosas positivas y todos lamentan sus errores.
Poderosos errores cometen tanto el Psuv-Gobierno como la Mud-Oposición en torno a Hugo Chávez. El Psuv-Gobierno asume que la popularidad, el liderazgo político y los votos se heredan, y ante la incapacidad de formular mecanismos que sustituyan y mejoren las capacidades de Hugo Chávez, se ven forzados a reproducir, repetir, calcar actitudes, expresiones, frases, discursos, fuerzan la vigencia de un Chávez que ya no está, banalizando y al final desvirtuando lo que podrían rescatar de su pensamiento y acción, incluso deteriorando parcialmente la imagen que preserva la mayoría del pueblo venezolano, que según Datanalisis ha bajado 7 puntos porcentuales en su popularidad en los dos últimos años, aunque aún preserva el 50 % del aprecio y admiración del pueblo venezolano, lo que comparado con la popularidad del presidente Maduro (17 %) indica claramente que el pueblo rompió la asociación forzada de Maduro con las políticas de Chávez.
Por otra parte, la Mud-Oposición sigue con la estrategia de acabar con la imagen y el recuerdo de Chávez en el pueblo venezolano. En una empecinada estrategia de hablar mal de un muerto, que además finalizó gozando del afecto de la mayoría de los venezolanos, la dirigencia política de la Mud-Oposición, igual que el Psuv-Gobierno, insisten en pretender mantener la relación “Maduro es la continuación de Chávez”, mientras el pueblo venezolano piensa otra cosa, tal como acabo de demostrarlo en el párrafo anterior, al punto que lo que se hace hoy lo llama “madurismo”.
Al final, a cuatro años de su muerte, Hugo Chávez sigue siendo una figura controversial en la política venezolana, pero aún nadie ha asumido un debate serio sobre sus ideas y sus acciones, sobre sus etapas de desarrollo político: del Chávez golpista al Chávez político, del proponente de la “tercera vía” al del “Socialismo del SXXI”, Estado Comunal y el “Golpe de Timón”.
No podemos ni debemos reivindicar al Chávez del “gas del bueno” o el que amparó la mayor fuga de capitales de la historia con impunidad, pero es distinto cuando hablamos del creador de las misiones y el “analfabetismo cero”. Él es la síntesis de las cosas, juzgar a un hombre a través de las vísceras, y no de la evaluación equilibrada de su pensamiento y acción, al final coloca al adulador y al detractor como lo que son, utilitaristas de la figura de un hombre que se hace imprescindible para que ellos subsistan, porque son incapaces de plantear algo propio, que pretenda hacer algo mejor, sin dejar de aprender de la historia.
Nícmer Evans