A los sectores más conservadores del partido republicano les preocupaba la admiración que Trump expresaba en la campaña electoral por el presidente de Rusia Vladimir Putin
Son varios los temas que están generando tensión en la comunidad internacional desde que Donald Trump asumió la presidencia en los Estados Unidos, por lo cual ya se habla del “efecto Trump”. Entre los casos que se presentan sensibles, el tema de la llamada “conexión rusa” pareciera que se complica progresivamente. A los sectores más conservadores del partido republicano les preocupaba la admiración que Trump expresaba en la campaña electoral por el presidente de Rusia Vladimir Putin; pero luego, organismos de seguridad norteamericanos alertaron sobre el hackeo de información del partido demócrata por cibernautas rusos en pleno proceso electoral, lo que parece un programa deliberado del gobierno ruso contra la democracia, no solo en los Estados Unidos, sino en varios países europeos.
Trump y su equipo han negado sistemáticamente las acusaciones de vinculación con la “conexión rusa”, pero cada día se va comprobando la estrecha relación entre su equipo de confianza y jerarcas rusos, particularmente Serguei KislayK, embajador ruso en Washington. Manifestaciones de la gravedad del problema lo constituyen la renuncia del general (r) Michael Flynn a pocos días de haber sido designado Consejero de Seguridad Nacional. Más recientemente la prensa ha publicado las vinculaciones de Jeff Sessions, Fiscal General, quien había negado en el Senado cualquier relación con la conexión rusa; pero ahora, ante la gravedad de los hechos, el partido demócrata y voceros importantes del partido republicano, han exigido su inhibición en la investigación de este caso. El problema se incrementa al circular el nombre del yerno del presidente, Jared Kushner, como parte de esa conexión.
Lo que parecía una luna de miel con Putin se desvanece y un eventual “Putingate”, rememorando el viejo Watergate que conllevó la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974, se podría vislumbrar en el horizonte. Por lo pronto, están abiertas varias investigaciones sobre la “conexión rusa” en los organismos de seguridad nacional y el Congreso está designando una comisión especial, con el apoyo de varios republicanos influyentes. Si bien el partido republicano cuenta con la mayoría en las dos cámaras, desde la campaña electoral varios miembros del partido han expresado preocupación ante el discurso radical y antisistema de Trump, particularmente en temas que tienen que ver con la seguridad nacional.
Sería conveniente que Trump recuerde que la renuncia del presidente Nixon se produjo para evitar el inicio del juicio político que le abriría el Congreso por el delito de mentir y encubrir. Es prematuro pensar en un juicio político, pero la soberbia, que también caracteriza al autoritarismo, puede propiciar tales delitos. Adicionalmente, la posible ruptura de la relación con Putin preocupa a varios gobiernos que tenían la esperanza que el presidente ruso pudiera realizar una labor de buenos oficios o intermediación ante Trump.
Félix Gerardo Arellano