Fiestas con stripers, con música a full volumen se prolongan los fines de semana desde este local que no está insonorizado, hasta las siete de la mañana
Un urgente llamado a la alcaldesa del municipio Zamora, Thaís Oquendo, y al comicio Joel Flores Trocel, director de la Policía Municipal de Zamora, están formulando los vecinos del caso central de Araira, capital de la parroquia Bolívar, y de sectores aledaños, ante la situación de abierta alteración de la paz ciudadana que promueve un establecimiento que deja correr el horario de actividades festivas hasta pasadas las siete de la mañana, como ocurrió este fin de semana-
“El club Mi Alegría, ubicado en la via hacia el estadio de Araira, célebre permanentemente fiestas escandalosas todos los fines de semana hasta las 7 de la mañana, con la participación de las llamadas “striper” (nudistas” y en con un animador que no hace sino apego a los gritos de medio de un animador que a todo gañote y desaforado expresa:
¡lujuria!, lujuria!, afectando esta situación a la comunidad, que trabaja y estudia y que ve como desde este establecimiento se burlan de las disposiciones legales contenidas tanto en la Ley del Ambiente como en las ordenanzas municipales, que prohiben este tipo de alteraciones a la paz y convivencia ciudadana”, reseña una nota que hizo llegar ante la redacción de La Voz un elevado número de personas afectadas por esta situación.
-La mayoría de los residentes de Araira somos que personas que trabajamos y nuestros hijos, hermanos y nietos estudian, amén de la amén de las personas enfermas que requieren de paz y tranquilidad, y que están pidiendo a las autoridades municipales, así como a los responsables de los organismo de seguridad, que tomen cartas en el asunto, “sobre todo la Alcaldía del municipio Zamora que debe velar por la convivencia ciudadana, porque se trata que el referido local es completamente abierto y no está insonorizado, por lo que los decibeles que emanan de sus equipos de sonido, y cuyo nivel sobrepasa los permitidos por ley, evidentemente que se enmarcan dentro de lo que se conoce como contaminación sónica, lo que obliga a la efectiva intervención en favor de los vecinos, de parte de los organismos municipales facultados por las leyes nacionales y locales para eso”.