Muchas toldas que se autodenominaban mayoría han quedado al descubierto sobre su pírrica e inexistente militancia
Resulta que después del show montado por los cabecillas de Acción Democrática sobre el proceso de validación, lograron reunir las firmas para legalizar el partido, con la consabida alharaca propia de viejas chismosas. Las organizaciones partidistas son la esencia de la diversidad política en una democracia y partiendo del hecho que en Venezuela “vivimos en una dictadura”, no entiendo por qué los seguidores del nefasto partido del oligarca no solicitan a los encumbrados directivos de la tolda blanca que les expliquen semánticamente qué significa libertad. Me alegra que algunos partidos políticos concentrados en la Mesa de la Ultra Derecha (MUD) se hayan validado; las razones son simples. Uno, el Consejo Nacional Electoral no es el ogro con un niño, ni el dragón lanza fuego que han querido hacer ver. Por el contrario es una institución dignamente gerenciada por una mujer: Tibisay Lucena, que le ha tocado enfrentarse a personas que tienen el poder de fuego, así como el poder mediático, más cuando en el CNE existen facciones comprometidas con elementos desestabilizadores que desde hace 18 años han intentado aniquilar la revolución bolivariana a través de golpes de Estado, saboteo económico y petrolero, discursos antinacionalistas y llamados a potencias extranjeras para que invadan nuestro territorio. Y dos, muchas toldas que se autodenominaban mayoría han quedado al descubierto sobre su pírrica e inexistente militancia, tal como ha ocurrido con Copei, cuyas sus siglas son desconocidas para algunos y olvidadas por otros; ni qué hablar del Movimiento Al “no” Socialismo (MAS) o Bandera Roja, que según José Sant-Roz, en su libro La CIA en Venezuela, recibían pagos por parte de la Agencia Central de Inteligencia durante la permanencia de Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez en esos partidos de izquierda, para hacer de contra peso a los adecos y copeyanos y evitar así lo que, a juicio de Henry Kissinger, no debía ocurrir: “No hay que esperar que un país se vuelva comunista por la irresponsabilidad de su propio pueblo”.
Que Henry Falcón, hecho el paisano, ha dominado el ambiente oposicionista, claro que sí, que Lilian Tintori ha impedido que la presencia de su marido -preso por asesino, tal como lo ha demostrado el Ministerio Público- no haya caído en el olvido electoral, por supuesto; que Ramos Allup, con nuevos bríos tras la legalización de su partido esté haciendo lo propio también, y que Capriles Radonsky coquetee con el descontento de todos los anteriores, sin entender que él no es opción; da cuenta que todos forman una comparsa que desfila sola sin la seguridad del papá dólar, producto de la poca importancia que ahora tiene para los corporaciones estadounidenses, tras los enfrentamientos que mantienen contra el “niño de oro de Nueva York”: Donald Trump.
Así que la validación de los partidos políticos no es meramente un formalismo, más allá para quienes desean estar en escena para hacerse del chorro de billetes verdes y de las “green card», aún cuando ya no están a su alcance como hace dos años; es necesario que la base de la democracia participativa y protagónica se fortalezca cada día más, es imperativo que el poder popular se empodere de la gestión de gobierno a través de las políticas públicas y es justo y nacionalista que asumamos la defensa de la patria por encima del sentimiento antivenezolano de los escuálidos y escuálidas. Valídense pues, si tienen con qué.
Cruz Mario Silva
aporrea.org