El actor de teatro, televisión y cine temporada en el Celarg con un texto del primer actor Orlando Urdaneta
El primer actor Carlos Alberto Cruz Castillo, el popular Carlos Cruz, es como el rayo del Catatumbo. No cesa de trabajar para la televisión, el cine local o el mismísimo teatro, y, por eso, ahora se exhibe, de manera mucho más que convincente, en la sala 1 del Celarg con el monólogo ¡¿Divorciarme yo?!, de Orlando Urdaneta, una correcta y bien cuidada puesta en escena adelantada por Dairo Piñeres y la precisa y sencilla producción de Carlos Chacón.
Drama matrimonial
¡¿Divorciarme yo?! es un novedoso unipersonal estrenado hacia la temporada 1996 por su autor, Orlando Urdaneta (Maracaibo, 1946), reconocido actor, animador, dramaturgo, humorista, artista plástico y político, aquí en Caracas, y exhibido en Estados Unidos de América, donde ahora reside.
Habría que recordar que ¡Divorciarme yo! ha sido mostrado por Orlando en Miami, en Puerto Rico, en República Dominicana en 2014 (protagonizado por Daniel Sarcos) y hasta la fecha se ha paseado por Nueva York, Weston, Philadelphia, Chicago, Houston, Punta Cana, Madrid, Cancún, México DF. En 2015 fue nombrada como obra icónica de la ciudad de Miami y del Teatro Trail, presentándola en una gala mensual durante todo ese año. Es el primer texto en español al cual se abre el Miracle Theater, con gran éxito de taquilla y público.
El éxito de ¡¿Divorciarme yo?! no es otro que su temática y la estructura misma del monólogo: una verdadera prueba de fuerza física y derroche de talento histriónico para quien lo asuma. Teatros sobre divorcios hay muchos, pero este tiene, además de una innegable patina venezolana, esa saga criolla sobre la idiosincrasia masculina en esta Tierra de Gracia, especialmente en los sectores medios de su población, donde el machismo tiene sus características muy típicas, para no decir que es muy español, por aquello del código de honor castellano, etcétera, como lo cantara Federico García Lorca. Es la historia de Manuel, ya sobre los 50, que tiene en su haber cinco matrimonios y cuatro divorcios, cuando, al parecer, hace un alto en el camino y decide salvar su última relación.
¿Pero por qué Manuel ha acumulado tantos divorcios? El autor dice que su pieza relata la historia recurrente de un varón jovial y simpático, muy estable económicamente, representando en sí la esencia del hombre que va desde lo vulnerable hasta lo “súper macho”. Este personaje cuenta su historia a modo de catarsis para que todos sepan las aterradoras implicaciones del divorcio, porque eso que logra transmitir por la veracidad de sus palabras y la convincente actuación de Cruz, quien plasma a un hombre en la edad madura, jovial, simpático y estable económicamente
Orlando lo define como un “tipo derecho”, sin mayores aspiraciones en su vida, que saca adelante a sus muchachos, se toma unos tragos cada fin de semana y tiene donde pasar la Semana Santa. Manuel es una persona divertida y un personaje en sí que representa la esencia del hombre que va desde lo vulnerable hasta lo «supermacho”. De ahí que él decida contarnos su historia a modo de catarsis para que sepamos, además, las aterradoras implicaciones del divorcio; es como si la víctima, el hombre por supuesto, viviera acosado a tiempo completo. Por eso Manuel decide no deshacer la maleta jamás para partir de inmediato si fuera necesario a pesar de que acude a los matrimonios realmente enamorado, rememorándonos la frase de García Márquez en El amor en los tiempos del cólera: “El corazón es una casa de putas, le caben todos los amores posibles”.
Catarsis
Para Cruz (Caracas, 21 de diciembre de 1960), quien construye su personaje de cara al público y con mucha verdad, sin flaquezas, el divorcio jamás perderá vigencia, porque, en todas las generaciones han ocurrido, ocurren y ocurrirán. “El amor y el desamor son un cuento de nunca acabar, y casi nadie escapa de eso”. De ahí que él decida contar su historia a modo de catarsis para que sepa, además, las aterradoras implicaciones del divorcio; es como si la víctima, el hombre Manuel, símbolo de millones como él, por supuesto, viviera acosado a tiempo completo. El espectáculo, por encima de los 60 minutos, es placentero, no hay agotamiento ni del espectador ni del comediante y avanza con la complicidad de la audiencia, que quiere que Manuel no se divorcie de nuevo, porque ya la edad le exige calma y le recomienda proseguir hacia arriba la escalera de Jacobo sin menos exigencias, porque las relaciones de pareja son por su estructura muy complejas y no siempre tienen razones las parteS involucradas, por aquello de que los seres humanos somos egoístas por naturaleza, aunque no se asuma. Ahora nos toca esperar ver a Carlos Cruz asumiendo al legendario Daniel Santos, otro personaje extraordinario de la farándula americana, que es su próxima meta. Talento tiene y ha cultivado la voz, que será muy importante en ese caso.
EL ESPECTADOR / Edgar Moreno Uribe / @eamorenouribe