El expresidente Alberto Fujimori reivindicó el miércoles desde prisión, el golpe de Estado de hace 25 años contra el Congreso, y se autoproclamó el «arquitecto de la democracia moderna» en momentos que el fujimorismo, encabezado por sus hijos, son la principal fuerza política de Perú.
«El arquitecto de la democracia moderna, perdón que les diga, fui yo. Quien generó la Constitución que hoy todos respetan», aseguró Fujimori a través de su cuenta en la red social Twitter -que administra un allegado- al defender que su decisión del 5 de abril de 1992 de disolver el parlamento sirvió para reconstruir el país y derrotar a la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso.
El autócrata recordó en sus mensajes una paradoja de la democracia peruana: la Constitución que promulgó en 1993 sigue vigente, sobrevivió a cinco gobernantes adversarios suyos y el fujimorismo es la mayor fuerza política del país. Dicha Carta Magna sentó las bases de una economía abierta en Perú.
¿Cómo se volvió tan popular un movimiento que hace 25 años destruyó la democracia y cuyo ejemplo ha sido citado como referente de la intervención del Congreso en Venezuela?
El autoritarismo no siempre logra mayor trascendencia en la política, pero en el caso de Perú sí se ha producido esa situación debido a la participación activa de los hijos de Alberto Fujimori, asegura a la AFP, el sociólogo Fernando Tuesta, profesor en la Pontificia Universidad Católica.
«No es tan sorprendente -agregó- que gobiernos autoritarios e incluso dictaduras que copan el poder por un tiempo y que tienen éxitos en economía, como Fujimori, dejen una estela de respaldo importante que en muchos casos son canalizados por sus herederos políticos».
«En las elecciones (presidenciales y legislativas) de 2001, el fujimorismo no lo encabezaba la familia. Eso ocurre a partir de los hijos en 2006, sin los Fujimori hubiese sido muy difícil que el fujimorismo sea viable», comenta Tuesta. El fujimorismo «es un populismo de derecha y popular», acota.
Luis Jaime Cisneros / AFP