Los devotos del Nazareno de San Pablo que se congregaron al mediodía de este miércoles en la basílica de Santa Teresa, escuchó atenta, con devoción y calor el sermón del cardenal y Arzobispo de Caracas, Jorge Urosa.
Feligreses vestidos de morado, en sillas de ruedas, con muletas, cargando bebés recién nacidos, con cruces de madera, descalzos y arrodillados estaban en el templo para venerar la imagen más emblemática de la Semana Santa caraqueña, en una jornada que aglutinó muchos menos feligreses que años anteriores.
Durante la homilía, Urosa recordó a los fieles que creer en Jesucristo y seguirlo es vivir de acuerdo a su palabra y cumpliendo sus mandamientos. «Nuestra religión es exigente. Dios no es un Dios manipulable, de bolsillo, con el cual podemos hacer lo que nos da la gana. Él nos llama a vivir de acuerdo a nuestra condición de hijos de Dios”.
El Cardenal pidió al Cristo con la cruz a cuestas que ayude a los venezolanos a resolver sus conflictos de manera pacífica y democrática.
“Si viviéramos de acuerdo con la palabra de Dios no hubiera el desorden y la maldad que vemos a diario. Hace cuatro días unos criminales asesinaron a un hombre religioso, un hermano que trabajaba en un ancianato, lo mataron como un cochino para robarlo, nunca antes se había visto eso, un religioso muerto en su lugar de trabajo. Además de la situación de corrupción general que nos está afectando a todos, el relajo afectivo sexual”.
Durante la homilía, Urosa recalcó que el amor al prójimo y el respeto a la vida es el meollo de la convivencia social. “Rechazamos la violencia política. En la política no podemos dejarnos llevar por la violencia. Con respeto y firmeza pido que cese la represión a las manifestaciones del pueblo. Debe haber un control para no caer en la violencia pero no puede existir la represión violenta que ha ocurrido en los últimos días. Tenemos que buscar el respeto y la convivencia, centrarnos en los mandamientos y en la Constitución Nacional y evitar los excesos de los cuerpos de seguridad del Estado”.
Esta parte de la homilía fue ovacionada por la feligresía que comenzó a corear consignas pidiendo libertad y democracia.
Recalcó que un cristiano no puede dañar, perjudicar ni matar a otra persona. “Nadie tiene derecho a matar a nadie, por eso rechazamos la pena de muerte y el aborto provocado. Hay una tendencia en el mundo moderno a legalizar el aborto como si eso no fuera un crimen espantoso. Es un crimen abominable y así quedó plasmado en el Concilio Vaticano II”.
Se refirió a la necesidad de intensificar la práctica religiosa y no dejarla solo para los días de la Semana Santa, además resaltó la importancia de administrar el sacramento del bautismo a los niños. «No podemos acercarnos a Dios solo cuando tenemos necesidades apremiantes. Hay que ser consecuentes, asistir a la misa dominical, confesarse, recibir la comunión eucarística, no podemos ser religiosamente fríos. El cristianismo es exigente no podemos ser cristianos católicos y santeros. Hay que vivir la fe en el hogar y no dejarnos llevar por la violencia».