El ejército de Corea del Norte subió el tono este viernes frente a Estados Unidos y prometió una «respuesta sin piedad» ante cualquier provocación de Washington, que decidió enviar uno de sus portaviones rumbo a la península coreana.
Según los observadores, el régimen comunista podría llevar a cabo este fin de semana un nuevo test de misil balístico o nuclear —ambos prohibidos por la comunidad internacional— coincidiendo con las celebraciones del 105 aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, el primer líder del país comunista.
En una declaración publicada por KCNA, la agencia de prensa oficial, el ejército norcoreano asegura que las bases estadounidenses en Corea del Sur «igual que los cuarteles generales del Mal», en referencia entre otras a la presidencia surcoreana, serían «pulverizadas en pocos minutos» en caso de guerra.
El presidente estadounidense Donald Trump prometió el jueves que se encargaría del «problema» norcoreano y anunció el envío a la península norcoreana del portaviones Carl Vinson, escoltado por tres navíos lanzamisiles. También habló de una «armada» que incluiría submarinos.
Este tipo de portaviones suele transportar entre 70 y 80 aviones o helicópteros, incluyendo unos 50 aparatos de combate. El vicepresidente Mike Pence tiene previsto visitar este fin de semana Corea del Sur.
Ante el aumento de tensión, el ministro de Exteriores chino Wang Yi advirtió este viernes que un «conflicto podría estallar en cualquier momento» y repitió que «el diálogo es la única salida».
Por su parte Rusia dijo también estar está «muy preocupada» y pidió «moderación a todas las partes para evitar «cualquier acción que pueda ser interpretada como una provocación», declaró el portavoz del Kremlin Dmitri Peskov.
Corea del Norte dijo que frente al envío «insensato» del grupo aeronaval está dispuesta a «ir a la guerra».
Tras haber atacado una base áerea del régimen sirio, Estados Unidos decidió el jueves lanzar una de sus bombas no nucleares más potentes en Afganistán contra un complejo usado por yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
La bomba, de una potencia comparable a una potencia de once toneladas de TNT, mató por lo menos a 36 miembros del EI, según el gobierno afgano.
Tanto el ataque en Siria como la bomba en Afganistán son un giro en la política exterior estadounidense y podrían ser una advertencia para Corea del Norte, que sigue negándose a abandonar su programa nuclear.
Guerra sin ganadores
El ministro de Exteriores chino advirtió que que «el ganador no será el que haga declaraciones más duras o el que enseñe más músculo, si hay una guerra el resultado será una situación en la que nadie saldrá ganador».
China, considerada como única aliada de Corea del Norte, se opone al programa nuclear con objetivos militares del régimen de Kim Jong-un pero pide regularmente prudencia a Estados Unidos en esta cuestión.
Sin embargo un consejero de política extranjera de la Casa Blanca que no quiso identificarse dijo el viernes que «ya estamos estudiando las opciones militares» en caso de nuevas pruebas militares, «Con este régimen la pregunta no es si ocurrirá sino cuándo», aseguró.
Pekín también dijo esta semana que «reaccionará con firmeza» en caso de nuevas pruebas y el periódico Global Times, considerado cercano al poder, aseguró que China podría apoyar nuevas sanciones de la ONU contra Corea del Norte, incluyendo la limitación de exportaciones de petróleo hacia el país.
Las autoridades chinas abogan por una solución en la que Corea del Norte abandone sus pruebas nucleares y balísticas a cambio de que Estados Unidos y Corea del Sur detengan sus ejercicios militares en la región, algo que Washington rechaza.
Un artículo del Global Times del jueves parece apuntar a otra alternativa que consistiría en que Corea del Norte abandone su programa nuclear a cambio de la protección de China, una hipótesis que confirma una fuente diplomática francesa.
Por el momento la compañía aérea pública china Air China decidió suspender sus vuelos entre Pekín y Pyongyang a partir del lunes, anunció la cadena estatal CCTV.
AFP