Para finales de la década de los 50 y comienzo de los 60, existían en Caucagua dos clubes, ambos en la calle El Placer; el primero al lado de la residencia y comercio de Gonzalo González, en una acera muy alta y frente a Abelina Utrera. El segundo al final de la misma calle, entre la residencia de Ernesto Monasterios y la de Raimundo Nieves.
Uno de estos centros se denominó “Club Social” y el segundo, “Club Popular”; pero la mayoría de la población prefería el denominado “Popular” debido a que los espectáculos eran mas llamativos; así, un 25 de marzo día de Nuestra Señora de La Encarnación, patrona de la población, se presentó la orquesta Billo’s Caracas Boys. Y como todos los años yo aunque residente en Caracas, asistía a estas festividades.. Y en esa ocasión estrechamos la mano al maestro Frómeta y a su espectacular bolerista Felipe Pirela. Recuerdo que habían colocado un grueso mecate para separar a la orquesta del público que emocionado se lanzaba sobre los artistas para abrazarlos.
Mi distinguida amiga Victora Palacios de Delgado, aún adolorida por la reciente partida de su hermana, la queridisima Aleja, nos recuerda que la inscripción en ambos clubes era muy económica y sólo los hombres pagaban; pero las mujeres no aportaban sino su espectacular presencia incluso durante los espectáculos bailables como el referido antes.
También en la vieja casona ocupada por el Concejo Municipal del entonces Distrito Acevedo, por cierto en el mismo sitio donde levantaron ese mamarracho ocupado actualmente por la Alcaldía, se realizaban rimbombantes bailes donde hombres y mujeres lucían sus mejores galas.
Con el tiempo, ni el Club Social ni el Club Popular, mucho menos la casona del ayuntamiento existen… Las festividades del 25 de marzo generalmente son amenizadas por la orquesta del pueblo, como este pasado 2017, cuando en el altosano presentaron varias agrupaciones musicales, una de las cuales dirigida por el brillante profesor y abogado Juan Ramón Ojeda “Juancho”, donde dejó escuchar su voz de ruiseñor, aquella impresionante revelación caucaguense Adrián Guacarán, “el niño que le cantó al Papa” Juan Pablo II. Por cierto que no dudé en aplaudir con frenesí a la extraordinaria orquesta, a Guacarán y por supuesto a mi distinguido amigo, Juancho.
Nobleza obliga: cuando la semana pasada cité los nombres de varios grupos familiares caucagüenses involuntariamente olvidé a Manuel Trujillo, un inmigrante canario trabajador insigne, casado con Sofía Sanoja y padre de Manuelito, Julio César, Alberto y Sonia. Claro; “el tiempo pasa y pesa… y a veces pisa!
Si Dios quiere, abra esta ventana el próximo lunes. Hasta entonces.
Carlos Jaén Santana
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