La tasa de ganancia hoy depende más de nuevos esquemas gerenciales y organizativos, que de la explotación extensa e intensa del trabajo
Profesor de la Escuela de Estudios Internacionales (Faces-UCV)
La globalización es un proceso intensivo y forzoso de integración económica de magnitud planetaria regido por las normas rígidas del capitalismo, aprovechando los avances en ciencia y tecnología. Su doctrina llamada neoliberal exalta la expansión del capital y se caracteriza principalmente por el dominio del capital especulativo, el desarrollo tecnológico y la exacerbación del hedonismo y consumismo.
Este fenómeno exige que el paradigma de la producción cambie, y los empresarios que aspiren a sobrevivir en la competencia por los mercados deben cumplir inevitables requerimientos como aplicar nuevas tecnologías, disminuir los costos de fabricación, mejorar la competitividad, capturar nuevos mercados, flexibilizar la relación laboral, los cuales no se pueden lograr sin desmantelar el modelo económico anterior de inspiración keynesiana.
En esta nueva fase, los modelos de producción fordista y taylorista basados en la elaboración de manufacturas en serie y completa dentro de la fábrica, con obreros cumpliendo horario en relación de dependencia y subordinación directa, están dejando de ser utilizados en el proceso de acumulación de capital; la tasa de ganancia hoy depende más de nuevos esquemas gerenciales y organizativos, que de la explotación extensa e intensa del trabajo. Por ello, el empleo sufre una disminución importante en el sector industrial o secundario, a la par que se verifica un incremento en el área de servicios; es decir, ocurre una tercerización de la economía representada por las finanzas, telecomunicaciones, comercio y turismo. Esto genera una variación cualitativa en la forma de trabajo, pues por un lado presiona a la desterritorialización, la polivalencia, la no especialización, y desregulación, disminuyendo el precio y la calidad del trabajo.
Estos cambios laborales sustentados en el dogma neoliberal, para aplicarse exigen el declive del poder del Estado y de los sindicatos, actores claves en la protección de los trabajadores, los cuales cada vez menos se resisten a la desregulación y flexibilización laboral, se podría decir que al contrario del esquema fordista, el cual de alguna manera garantizaba la estabilidad laboral y un salario acorde con el costo de la vida, hoy nos encontramos ante el surgimiento de una nueva forma reguladora de la relación capital – trabajo como consecuencia de la revolución tecnológica y organizativa.
Ante esta realidad, en casi todo el mundo los gobiernos y partidos políticos ceden de manera suicida frente a las exigencias de liberalización de los mercados, ante las amenazas de los capitalistas de llevarse sus inversiones y dejar a los obreros sin trabajo. Ahora el precio de la fuerza de trabajo no depende del pacto entre los sindicatos, el Estado y los patrones, que algo de estabilidad y bienestar proporcionó, en lo adelante será el mercado el único encargado de ajustar el salario de modo arbitrario, ante la mirada impotente de muchos gobiernos que pagarán las consecuencias de su indolencia.
Freddy José Castellanos Brandes