“Me declaró marxista y cuando me declaro, me declaro”
Hugo Chávez
Cesáreo José Espinal Vásquez
cjev34@gmail.com
La vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela ordena en su artículo 6: «El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables».
Esta norma constitucional es de fiel y estricto cumplimiento por el gobierno, que no puede soslayar, pisotear o inventar otro sistema de gobierno que no sea, fundamentalmente, el sistema democrático, que no lo es el socialismo marxista que está ejecutando, habiendo tenido legitimidad de origen democrático por lo que, indefectiblemente, se encuentra en una conspiración continuada en contra de la Constitución y habiendo confesado ser marxista el líder fundamental del partido de gobierno, por lo cual todos los que se agrupan en el “chavismo” son socialistas marxistas no democráticos. En el ámbito político de nuestro país, siendo constitucionalmente un sistema democrático, cualquier acto o acciones de quien detenta el poder que pretenda en forma abierta, directa o solapada destruir al sistema de gobierno democrático que se ha dado el pueblo, está conspirando. Nuestra vigente Constitución no habla, no dice ni expresa en ninguna norma que el gobierno sea «revolucionario», por lo que, si el Presidente de la República y sus inmediatos colaboradores y sus partidarios se auto denominan «gobierno revolucionario», «proceso revolucionario» y «sistema revolucionario», para buen entendedor, salvo algunas mentes trasnochadas de juristas marxistas, sin duda alguna, está ejerciendo una «conspiración continuada, alevosa y con brutal ferocidad» en contra del sistema de democrático y por ende, en contra del pueblo y la Constitución. Si alguien todavía lo justifica o lo duda, «revolución» significa «cambio total de un sistema de gobierno», de monarquía a democracia o de democracia a marxista o tiranía. De tal manera, si el Presidente y sus adláteres incondicionales, aplican un sistema de gobierno revolucionario, están asesinando al sistema democrático y ello comporta una conspiración del gobierno por inconstitucionalidad de «desempeño de funciones», ejecutando un sistema político «revolucionario autoritario», desestabilizando las instituciones democráticas, instigando a una lucha social con todas sus funestas consecuencias, sin pan ni medicinas, sin tranquilidad pública, inseguridad, creando milicias en defensa de la revolución, ofendiendo y burlándose de los no afectos al gobierno, amenazando y privando la libertad sin fórmula de juicio y doblegando a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a la Iglesia y a los medios de comunicación y sometiendo al terrorismo y al pánico a la colectividad. Se vive, si puede llamarse “vida” en angustias y con temor, violándose la Constitución en conspiración continuada.