Artículos escritos para La Voz por los profesores de la Escuela de Estudios Internacionales (FACES-UCV). La responsabilidad de las opiniones emitidas en sus artículos y Notas Internacionales es de los autores y no comprometen a la institución.
Del terrorismo internacional actual
Es inquietante verificar la utilización de las redes sociales y los medios de comunicación, generalmente monopolizados por cadenas trasnacionales, para generar mayor o menor estupor mundial en dependencia de dónde ocurra el acto terrorista
Héctor Constant Rosales
El mundo se conmociona cada vez que se produce un acto terrorista en alguna ciudad europea o estadounidense. No es para menos: matar personas inocentes, por el motivo que sea, como las que se encontraban el pasado martes en un concierto en Manchester, Reino Unido, es un acto repudiable y merece toda la condena internacional. Sin embargo, es crecientemente notable y preocupante cómo la opinión pública mundial tiende a ser más sensible frente a determinados acontecimientos que a otros en los cuales también hay barbarie y pérdidas de vida sin justificación.
El terrorismo, vale aclararlo, es un concepto que todavía hoy resulta imposible de definir con certeza. A pesar de la utilización masificada del término, no existe un consenso internacional sobre sus características específicas y sus alcances, generando severas complicaciones a la hora de tipificarlo. Como concepto, el terrorismo aparece en la historia durante el período llamado del “terror” de la Revolución Francesa, y su utilización ha servido para señalar tanto a movimientos nacionalistas como asesinos a sueldo con dudosas motivaciones.
Pero más allá de las complicaciones de aplicar criterios homogéneos en su caracterización, es inquietante verificar la utilización de las redes sociales y los medios de comunicación, generalmente monopolizados por cadenas trasnacionales, para generar mayor o menor estupor mundial en dependencia de dónde ocurra el acto terrorista. Así, las continuas matanzas en la Franja de Gaza, las crueles muertes de Boko Haram en África, o la desaparición forzosa de periodistas y activistas sociales en países como México -todas podrían entrar en la órbita del terrorismo– son mucho menos difundidas y merecen mucho menos muestras de solidaridad que las que acontecen en países del llamado “mundo occidental desarrollado”.
El peligro de tal actitud no solo tiene consecuencias humanas, en la medida en que unas muertes estén siendo consideradas más importantes que otras. Tiene igualmente potenciales consecuencias políticas y militares: una población mundialmente aterrada por lo que considera una barbarie terrorista, es más pasiva y proclive al momento de aceptar una represión bélica contra el supuesto causante del acto, independientemente de que se compruebe realmente su culpabilidad. Entramos en presencia de los falsos positivos mediáticos que han proliferado peligrosamente, generando catastróficas situaciones internacionales como las acontecidas con la invasión a Irak o los bombardeos a Siria, ambos perpetrados sobre la base de ignominiosas mentiras o medias verdades mediáticas.
Tan abominable será asesinar personas indefensas por motivaciones políticas, como crear condiciones para generar conflictos de mayor envergadura que a la postre terminarán sacrificando a personas inocentes cuya única culpa será vivir en una geografía equivocada. Al final, los únicos vencedores son el miedo y el odio, emociones que pueden estar al inicio de espirales de violencia y venganza interminables. Una toma de consciencia es necesaria para lograr que la paz sea causa y consecuencia de la acción internacional.
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Nota internacional
Derrame petrolero
Mirna Yonis
@mirnayonis
Poco qué celebrar y mucho por demandar en acciones y sensibilidad sobre las afectaciones ambientales en la zona nororiental, en su riqueza natural y en el potencial de programas de turismo sostenible para Venezuela.
Resulta paradójico leer, en las redes sociales, la etiqueta #DiaInternacionalDiversidadBiológica en contraste con las noticias del impacto que sigue teniendo el derrame petrolero ocurrido el 23 de abril en uno de los tanques de la Refinería Point-a-Pierre, ubicada al suroeste de Trinidad. Errores de mitigación y riesgo es lo que sobresale en este “desastre”: del lado de Trinidad y Tobago, las contradicciones sobre el volumen real derramado, así como de las acciones de limpieza que informó la empresa Petrotrin; del lado venezolano, la responsabilidad operativa-técnica de Pdvsa, la opacidad del aparataje que ahora se llama ecosocialista, y el desconocido reclamo diplomático que corresponde. La amistosa vecindad caribeña no puede evadir el llamado de atención ante un accidente petrolero y menos ante un desastre ecológico.