Se corren muchos riesgos cuando un grupúsculo enquistado en el poder pretende imponer su voluntad por encima de los deseos de una mayoría aplastante de la población
Está expresión popular tiene distintas connotaciones según cada país. En Venezuela, por ejemplo, este término caracteriza a quien es catalogado como vividor, irresponsable, informal o anárquico. En España, sin embargo, la expresión representó un grito de rebelión pro constitución para camuflar la expresión: ¡Viva la Constitución de Cádiz!, conocida como la Pepa, porque fue promulgada el 19 de marzo de 1812, día de San José.
Después de la restitución de El Deseado, Fernando VII, en el trono, los españoles se encontraban divididos en dos bandos: los absolutistas, llamados también serviles, que tenían como emblema el color blanco y la frase: Esta es mi ley: religión y rey; los liberales, por su parte escogieron el color negro y la frase Esta es mi suerte: constitución o muerte. ¡Viva la Pepa! Esta constitución, defendida por los liberales, amantes de la democracia y la libertad, estaba inspirada en las corrientes filosóficas y políticas francesas y propugnaba la tesis de que la soberanía nacional radicaba en el pueblo y para garantizarla se debía respetar la división de poderes.
A raíz de estas confrontaciones el siglo XIX español estuvo signado por pronunciamientos, derrocamientos, guerras, violaciones de las libertades públicas e inestabilidad política. Durante ese periodo, España tuvo que lidiar con ciento treinta gobiernos, tres destronamientos, nueve constituciones y un intento de derribar el poder cada diecisiete días, en promedio, según relatan algunos historiadores.
Esto hace que se le conozca como «el siglo de las revoluciones». Pese a que en España en ese periodo hubo avances, las diferencias con otros países europeos fueron abismales. Mientras que en Europa y Estados Unidos hubo revoluciones para alcanzar libertades individuales, España se estancó entre una tiranía que se negaba a morir, y un liberalismo mal implantado. Afloraron grupos de militares que se disputaban el disfrute de las coimas y trataban de hacerse con el poder, a través de proclamas y armas, imponiendo a todos su visión reduccionista de la patria.
Hemos querido sintetizar en este escrito la tragedia española para ilustrar los riesgos que se corren cuando un grupúsculo enquistado en el poder pretende imponer su voluntad por encima de los deseos de una mayoría aplastante de la población.
Presenciando los movimientos autoritarios ejecutados desde el régimen madurista para intentar imponernos a troche y moche una Constitución hecha a imagen y semejanza del mandón de turno, violentando miserablemente todos los mecanismos constitucionales y pasándose por el bigote la soberanía popular que según el artículo 5 de la carta magna reposa en el pueblo, propongo que a la mejor usanza del pueblo español del año 1812, quienes creemos que la Constituyente no resuelve el estado de crisis por el que actualmente atraviesa nuestro país, nos declaremos en desobediencia pacífica activa y escojamos como emblema el color vinotinto y la frase Nuestras condiciones: respeto a esta Constitución y elecciones, seguida de una expresión que fue icónica para nuestros adversarios: ¡Que viva la bicha!
Noel Álvarez
@alvareznv