El papa Francisco proclamó este miércoles en el Vaticano a cinco nuevos cardenales, de los cuales sólo dos son europeos, con lo que confirma su deseo de renovar la jerarquía de la Iglesia y dar más cabida a los representantes de comunidades católicas perdidas y olvidadas.
Dirigiéndose a los cientos de cardenales y obispos congregados en la basílica de San Pedro, el papa los instó a «ver la realidad», la de los pobres e inocentes que «mueren por guerras y terrorismo» y la de los campos de refugiados, «que se parecen más al infierno que al purgatorio», dijo.
Francisco entregó luego el birrete y el anillo cardenalicio a Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, a Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, así como a Jean Zerbo, arzobispo de Bamako (Mali), a Anders Arborelius, obispo de Estocolmo (Suecia) y a Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, vicario apostólico de Pakse (Laos).
«Jesús los ha llamado no para que se conviertan en ‘príncipes de la Iglesia’ sino para servir», les recordó.
Los cinco nuevos cardenales, con sus trajes litúrgicos rojos, provienen de cinco países diferentes, son todos menores de 80 años y por lo tanto podrán formar parte de un eventual cónclave para la elección del nuevo papa.
Francisco, de 80 años, que por cuarta vez desde su elección en 2013 proclama a nuevos purpurados, ha nombrado personalmente a 49 de los 121 cardenales electores, según las estadísticas más recientes publicadas por el Vaticano.
Un porcentaje significativo, que cambia el equilibrio geográfico del colegio cardenalicio, ya que los europeos perdieron la mayoría.
De los 121 electores, 53 son de Europa y 68 del resto del mundo, con lo que refuerza su línea poco eurocentrista.
AFP