El odio de una parte de la oposición se ha despertado como un sentimiento que ha tomado rumbo a lo desconocido, desde que se inició el proyecto la salida sin salida
Cada día que pasa la violencia se ha ido trasformando en una espiral sin retorno como aspiraba la oposición desde que el presidente Nicolás Maduro ganó las elecciones contra su opositor Henrique Capriles Radonski. El primer ensayo conocido como La Salida, que fracasó, dejó sentado un precedente de amargura para los familiares de las víctimas, y un sabor a victoria para los protagonistas de esa propuesta. En esa oportunidad, al líder golpista Leopoldo López y a Antonio Ledezma, entre otros, se les dio un castigo ejemplar recluyéndolos en la cárcel de Ramo Verde (López) y Antonio Ledezma, casa por cárcel, como le sucedió a exdrigentes de Accion Democrática, como Jose Ángel Ciliberto o Antonio Ríos. Incluso algunos operadores de derecha nacionales e internacionales montaron un show tratando de convertir a López como un Martin Luther King o en el mismo Nelson Mandela,
De la “salida” al delito de odio
El odio de una parte de la oposición se ha despertado como un sentimiento que ha tomado rumbo a lo desconocido desde que se inició el proyecto la salida sin salida. Todos sabemos que el odio es un sentimiento, pero cuando adquiere características de violencia se trasforma en lo que algunos organismos internacionales de esa misma Europa que ataca a Venezuela, califican como un delito. La Organización para la Seguridad y Coordinación en Europa (Osce), según los documentos, ha estado insistiendo desde 1990 sobre el fenómeno del delito de odio como resultado de la violencia entre sectores sociales enfrentados. El delito de odio no solo afecta a la victima, sino a la familia, al grupo social, así como a las entidades sociales del Estado que favorece a los sectores más humildes y a toda la sociedad democrática. Ese delito de odio en poco tiempo toma dimensiones incalculables, como ocurrió en Yugoslavia, por poner un ejemplo, lo que generó en odio la diferencia entre croatas y servios, concretándose en una guerra civil con pérdidas de vidas humanas hasta ahora incalculables. El delito de odio también está vinculado a la intolerencia, concepto que debatimos en la tercera Conferencia contra el racismo, la intolerancia, la xenofobia y formas conexas, en la ciudad de Durban en el año 2001. La intolerancia está sustentada en el prejuicio y la negación del otro y está ligada a temas raciales, sociales, migratorios, que conllevan al hostigamiento a la dignidad de la persona o los grupos sociales. Un punto de arranque de delito de odio fue el caso del joven afro y acusado de chavista, Orlando Figuera, quemado vivo en la plaza Altamira el pasado 20 de mayo.
La chavismofobia como enfermedad de la oposición
Durante los 18 años del proceso bolivariano, el delito de odio, el cual no tiene penalización en nuestro país, ha ido aumentando. Un sector de la sociedad calificó desde el principio a los chavistas como “pata en el suelo”, negros, pobres, mal educados, entre otras agresiones verbales, que no han cesado desde que este proceso inició una lucha contra el neoliberalismo en América Latina y el Caribe. La quema de personas por ser afro y chavista o simplemente por ser chavista es un reflejo del delito de odio, pero, como dice esta definición, no solo se trata del ataque a un individuo, que ha ido aumentando estos hechos, sino también a las instituciones que han beneficiado a estas comunidades, como hospitales, escuelas, transportes públicos, instituciones de servicios públicos. Si se sistematiza en números es un delito de odio a la sociedad venezolana y los amplios sectores que creen en la democracia. La chavismofobia está aumentando aceleradamente cuando atacan a un funcionario público por considerarlo o tener lengua chavista. La chavismofobia hoy es una realidad que está afectando a amplios sectores del proceso bolivariano. La reacción en masa contra la chavefobia se pudiera transformar en una ola de masiva violencia contra los generadores de este odio, que ya el mismo pueblo de a pie tiene indentificados por diferentes medio. Llaman a plantones que luego, como ya se ha mostrado, en todos los caso culminan en violencia, en asesinatos. Como dijera Ramos Allup, “y los muertos que vendrán”, afectando a toda la población. La ciberfobia ha tomado cuerpo en las redes sociales y eso es castigado internacionalmente… todo lo que incite al odio por redes sociales, según la Unesco debe ser cuestionado fuertemente, pero hay que generar leyes para castigar a los creadores desde caricaturas hasta montajes, como en los últimos tres años lo ha venido realizando el sector odioso de la oposición radical, que expresan oraciones como estas: “hay que matar a los chavistas”, “hay que buscarlos en las catacumbas cuando esto caiga”. Estos mensajes, en caso tal de que ese sector tomara el poder y tuviese bajo su control los aparatos de seguridad, producirían un holocausto chavista.
CHU CHE RÍAS.
-El helicóptero, el helicóptero, gritaban los carajitos del pueblo de Osma. El mismo que perpetró el atentado terrorista contra el TSJ, aterrizó en una parcela llamada El tercer cielo, propiedad de un alto funcionario de la Gobernación de Vargas. También está al frente de la posada que despojó de sus tierras al pueblo de Osma: La ecoposada 7 mares, donde altos personajes de la oposición pasan su tiempito de descanso, así como algunos altos personajes del gobierno. Más alla de condenar este acto, ojalá los ojos de atención del presidente Nicolás Maduro también sirvan para que el pueblo de Osma recupere sus tierras defintivamente.