Leopoldo, tu salida de la prisión militar se da en un momento muy delicado de la crisis que atraviesa nuestro país
Leopoldo, como sabes, parte de mi trabajo consiste en llenar de información las madrugadas venezolanas. Desde hace casi 20 años la inmensa mayoría de las noticias no son buenas, y concretamente en los últimos tres meses han sido particularmente duras, referidas al heroísmo del pueblo venezolano en su lucha por la libertad y la democracia, y también al muy elevado precio de sangre que la violencia represiva le ha hecho pagar por ello a nuestra abnegada juventud.
Pero hoy, sábado 8 de julio, amaneció distinto. Hoy una noticia que rebotó desde España (la hegemonía comunicacional es así, dictatorial y caprichosa) le informó a los venezolanos que ya tú no estas en la lóbrega prisión militar donde te ocultaba el miedo que te tienen tus carceleros. Esa noticia nos indicó que tú estas otra vez con tus hijos, con Lilian, con Antonieta. Y aunque sabemos que “casa por cárcel sigue siendo cárcel”, como todos los días repiten nuestro admirado Antonio Ledezma y la valiente Mitzy, aunque sabemos que solo te han cambiado el sitio de reclusión y que hay que seguir luchando hasta lograr la libertad plena, la tuya y la de toda Venezuela, te informo que en los labios de todos los venezolanos que en esta mañana me he cruzado vi hoy una sonrisa de satisfacción, y en sus ojos un brillo de triunfo. Porque, Leopoldo, el hecho de que tu estés hoy mucho más cerca de la calle es para los venezolanos eso, un triunfo, es un signo claro de la victoria de la libertad creciente y de la inminente derrota de la maldad.
La mujer en el kiosco de periódicos, el señor que vende café en la esquina, el amigo que me vende las legumbres en el puesto de siempre y hasta el indigente que “pichachea” restos de alimentos en las afueras del mercado, todos coinciden esta mañana en un mismo punto: si hoy estas en tu casa, si tu valiente mujer y tu decidida madre no tendrán que pasar ya por el escarnio y la violencia de que les impidan la visita en la cárcel o que el precio de realizarla sea la requisa humillante, si tus pequeños hijos pueden hoy abrazarte una y otra vez, es porque tú y los tuyos se mantuvieron firmes, serenos, verticales, indoblegables, y porque el pueblo en la calle ha dado una lucha incansable por la libertad.
Sabes bien que tu salida de la prisión militar se da en un momento muy delicado de la crisis que atraviesa nuestro país. Tenemos ante nosotros una posibilidad inmensa de avanzar en la reconstrucción social, moral, económica y política de Venezuela. Pero también enfrentamos riesgos muy graves y muy grandes, de confrontaciones que pueden dejar convertida a nuestra nación en escombros humeantes. Para que el futuro cercano sea de oportunidades y no de tragedias, para que lo que venga sea una transición y no un desenlace, Venezuela necesita tener un liderazgo firme y sereno, valiente y prudente. El que tú estés hoy mucho más cerca de la libertad nutre y fortalece ese liderazgo, incrementando así las posibilidades de que la actual crisis no solo termine, sino que además lo que venga después sea para bien.
Porque tú, que transformaste este período que tus carceleros quisieron que fuera de sumisión y castigo en un tiempo fecundo de reflexión profunda y de estudio, sabes mejor que nadie que Venezuela no espera de ti el furor del activista sino el compromiso del estadista. Es claro ya para todos lo insostenible del actual estado de cosas. El tiempo que se agota no es solo el de un régimen dictatorial. Los venezolanos estamos presenciando y protagonizando el quiebre de una hegemonía, el fin de un ciclo, el cierre de un tiempo histórico. Y no está escrito en ninguna parte que “inevitablemente” lo que vendrá después “tenga” que ser mejor. Para que efecto sea así, para que el cambio sea para bien, como lo quiere y merece Venezuela, es necesario que el cambio no “ocurra” sino que sea construido.
Y eso es lo que nuestro país hoy demanda con urgencia: un liderazgo constructor de nuevas realidades. Constructor de gobernabilidad, de paz, de las condiciones que hagan posible el esfuerzo mancomunado. Un liderazgo que convoque a los mejores, de todos los sectores. Un liderazgo que, como el de ese Mandela que ambos admiramos, sea capaz de convocar incluso a quienes fueron sus carceleros para garantizar que la construcción del futuro fuera sostenible y segura, y de como resultado un país en el que todos podamos vivir, con libertad y sin miedo.
Sé que en este país nuestro, en el que por muy buenas razones la gente ha desarrollado una gran capacidad para el escepticismo y el descreimiento, no faltarán tesis que intenten explicar esta decisión de otorgarte la medida de “casa por cárcel” como una “viveza”, una “maniobra” del régimen, o que intenten echar sombras hablando de supuestas “transacciones ocultas”. No descarto, además, que algún factor del régimen busque algún “beneficio” marginal con esta situación, soñando con que tu libertad pudiera generar “tensiones” en el liderazgo democrático. Pero para mi el panorama esta claro: el régimen te sacó de la cárcel porque sencillamente ya no puede seguir teniéndote prisionero. Porque sabe que su tiempo histórico expiró, y que tú eres uno de los actores que tienen la capacidad y el liderazgo para definir y modelar el futuro.
Leopoldo, el que tu estés hoy mucho más cerca de la calle hace que Venezuela toda esté mucho más cerca de la paz. Nadie puede pasar por alto que los sectores más irresponsables y violentos del régimen han encajado hoy una derrota. Hoy es mucho más factible que los venezolanos que queremos la paz sigamos avanzando, aislando y segregando a los violentos, procurando que lo que algunos ya presumían inevitable no se produzca y que es vez de confrontación tengamos transición.
Recibe, amigo, mi palabra de solidaridad, afecto y respeto, extensiva a Lilian, a Antonieta, a Leopoldo padre y a tus hijos. Desde mi sencilla condición de militante de la Unidad, de luchador popular y de ciudadano de a pie, te reitero el compromiso que compartimos de seguir trabajando por el cambio en paz, por la Venezuela que nos merecemos, esa mejor Venezuela que hoy esta mucho más cerca, contigo fuera de Ramo Verde. ¡Un gran abrazo! ¡Pa’lante!
RADAR DE LOS BARRIOS / JESUS CHUO TORREALBA