No poseo evidencias de que seas una «traidora», no me consta que la Embajada de Estados Unidos o la de España te hayan pagado por repentinamente oponerte al poder ejecutivo, judicial, ciudadano y electoral
Estimada Luisa Ortega Díaz. Te habla un hombre del pueblo de a pie, sin aspiración de cargo ni nada que ganar al escribirte, salvo obtener verdades para bien de nuestra aporreada Venezuela. Publica pruebas contra los engendros que, dentro y fuera del Estado, tanto daño le causan a la patria con su burocratismo, corrupción y despotismo hacia los ciudadanos.
Hazlo si en ti aún vive la solidaridad. Los venezolanos, incluyendo los chavistas, te lo agradeceremos. Hazlo hoy y yo seré el primero en defender debido proceso y casa por cárcel para ti. Entonces, tal vez, toda tu actividad temeraria de las últimas semanas habrá valido la pena.
No poseo evidencias de que seas una «traidora», no me consta que la Embajada de Estados Unidos o la de España te hayan pagado por repentinamente oponerte al poder ejecutivo, judicial, ciudadano y electoral. Pero tu comisión de la verdad no sirvió para nada, te mandé la cédula de mi padre guerrillero (tocayo mío y preso político de la IV república), su número 2774416 y nada hiciste. Si todavía guardas sus expedientes por rebelión en la Digepol y el SIFA, mándamelos, son trofeos que me enorgullecerán como marxista hasta mi muerte.
Ahora bien, sé que caer presa no era tu plan. Algo te salió mal. Pero por encima de eso, eres una señora con edad para ser mi madre, además he conversado con tu esposo Germán Ferrer y me parece un señor muy respetuoso. Quiero decir con esto que mi condición de revolucionario irreversible no me empujará a insultarte como otros lo hacen. Si antes fui grosero, ofrezco disculpas, siempre me referí al cargo y no a la persona. Mi único propósito es contribuir a la batalla de ideas por la paz y contra el terrorismo. Solo te exigí que acusaras a los terroristas, pero nunca respondiste. Hoy ya es demasiado tarde.
Todo lo que hoy ocurre contigo, yo lo había advertido en televisión. Ver video: https://youtu.be/3dHrRfTC3Gw?t=15m30s.
Para el momento en que escribo estas líneas, ya es noticia que un tribunal penal te ha dictado orden de aprehensión. Horas antes vi por televisión que no le quisiste abrir la puerta a los funcionarios que te fueron a buscar. El juego está trancado, Luisa. Te recomiendo entregarte a la justicia y yo mismo velaré por el respeto a tus derechos humanos.
Sabes que la ola revolucionaria te puso en el cargo que ocupaste por diez años, eres resultado de una mayoría parlamentaria chavista que te designó como fiscal, más allá de que tu nombre fuera promovido por tu descubridor político y predecesor en el cargo.
Hay personas que se alzan y se enfrentan abiertamente contra la revolución que alguna vez apoyaron. Otros son más astutos, porque la odian en silencio y siguen chupando de ella hasta muy ancianos. Esos parásitos son los peores porque permanecen dentro de los organismos del Estado y no permiten cambios. Delátalos.
La Fiscalía te tragó, ese es un antro, incluso antes de que tú tomaras las riendas. A finales de 2004, en la sede principal de Parque Carabobo, me monté en el ascensor con el fiscal Danilo Anderson y fui testigo de cómo varios directores lo vieron con repulsión y se apartaron. Le dije: cuídate, porque estos adecos y copeyanos no te quieren. Semanas después le pusieron la bomba asesina. Quien le asignó peligrosos casos, luego no lo protegió. ¿Dolo eventual?
Así ha sido siempre la fiscalía, llena de fascistas y racistas pálidos con narices largas que desprecian al pueblo humilde. Sé que ellos han celebrado eufóricamente tu transformación. Habiendo trabajado allí por casi 3 años, renuncié al saber que en 2007 se archivó el caso Anderson, luego de un año de tremendismo mediático y autores intelectuales que hasta hoy gozan impunidad.
Frente a la crisis nacional actual, mi estrategia es clara: ser siempre revolucionario, combatir contra el burocratismo de izquierda y también contra el fascismo de derecha. Entiendo que en tiempos de polarización muchos revolucionarios se confundirán. Algunos por negocios, otros por rabia. Luisa, ¿cuál es tu caso?
COLUMNA ÓPTICA MARXISTA