Artículos escritos para La Voz por los profesores de la Escuela de Estudios Internacionales (FACES-UCV). La responsabilidad de las opiniones emitidas en sus artículos y Notas Internacionales es de los autores y no comprometen a la institución.
Demagogia, populismo y autoritarismo
El populismo apela al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos
Leonel Alfonso Ferrer
Definimos la demagogia como la práctica que hace uso de promesas milagrosas con discursos grandilocuentes, como por ejemplo ofertar en una campaña electoral en medio de una severa crisis económica que el solo hecho de resultar electo un candidato o una propuesta, será una fórmula mágica para acabar con la inflación o el desempleo. En la demagogia, el demagogo se compromete a implementar soluciones irrealizables o de difícil realización en corto tiempo. En cambio, conceptualizamos el populismo como el conjunto de movimientos que rechazan a los partidos políticos tradicionales y que se muestran, ya sea en la práctica efectiva o en los discursos, combativos frente a las clases dominantes.
El populismo apela al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos. Suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan como redentores de los humildes y afirman que los problemas existentes son por culpa de una élite explotadora y corrupta que se enriquece de forma grosera a expensas de la miseria y penurias de las grandes mayorías depauperadas, que son las causantes de todos los males de la sociedad.
Es así como muchos estudiosos de la sociología política contemporánea han vinculado al autoritarismo con la demagogia y el populismo, porque consideran que todos los regímenes tiránicos nacieron de la práctica demagógica y populista con el pueblo y con todos sus seguidores. De esta manera eliminaban cualquier tipo de oposición y al creerse como los únicos capaces de interpretar el deseo de las masas, se arrogan todo el poder de representación e instalan indefectiblemente un gobierno tiránico o muy autoritario.
Por ello, cuando nos encontramos frente a gobernantes que ofrecen soluciones falaces, mágicas o irrealizables fáctica, política o jurídicamente con la sola finalidad de sostenerse en el poder, estamos en presencia de un gobierno que, con prácticas demagógicas y populistas, comporta una forma de gobierno autocrática, lo cual puede estar presente en gobiernos de derecha como los de Ucrania, Hungría y Polonia; o de izquierdas como lo son el caso de los gobiernos de Nicaragua, Cuba o Venezuela.
Nota internacional
Trump y la apertura de mercados
Felix G. Arellano
La Cumbre del Grupo de los 20 efectuada en Hamburgo los días 7 y 8 de este mes, ha evidenciado las serias contradicciones que está generando el presidente Donald Trump, quien, con los débiles argumentos de los radicales populistas, cuestiona la apertura de mercados, y ha rechazado el Acuerdo Transpacífico, ya firmado por el presidente Obama; ignora las negociaciones del acuerdo Transatlántico y cuestiona el TLC suscrito con Canadá y México. Ahora bien, lo que propone es un comercio hegemónico, donde solo gane su país en detrimento del resto del mundo. Recordemos que también rechaza el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y cuestiona la eficiencia de la diplomacia multilateral, lo que conlleva importantes diferencias con sus aliados tradicionales, tanto de Europa, como de Asia. Pareciera que el presidente Trump trata de avanzar rápidamente en su proyecto aislacionista. Pronto la sociedad norteamericana empezará a sentir los negativos efectos de esta equivocada política.