La gracia de Dios
La gracia de Dios es su presencia y amor por medio de Jesucristo.
Esta gracia la recibimos los creyentes de parte del Espíritu Santo, quien manifiesta en nosotros la misericordia, el perdón y el deseo de hacer la voluntad del Padre Santo.
“Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna”, versículo 16, capítulo 3 del evangelio de Juan.
Este versículo de las Santas Escrituras explica con claridad y exactitud, por qué y el para que vino Jesucristo a este mundo.
Sin embargo, aún después de más de dos mil años, el ser humano no ha entendido que el Padre Celestial tomó esa decisión como la única manera de poder reconciliarse con nosotros luego del pecado de Adán y Eva y ofrecernos la salvación de nuestras almas a través del sacrificio de su Hijo, quien llevó todos nuestros pecados a la cruz del calvario y pagó la deuda con su sangre bendita, para que por su gracia pudiésemos acceder a la vida eterna en el cielo.
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador y su amor para con los hombres, nos salvó; no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”, versículos 4 al 11, capítulo 3 de la Epístola a Tito.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y recibirlo como Señor y Salvador personal.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez
(CNP 988)
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