La piel es el órgano más grande y vulnerable del cuerpo. Por ello resulta más fácil notar cualquier cambio en su apariencia. Uno de los más comunes es el melasma.
El melasma o también llamado cloasma (durante el embarazo), es una patología cutánea que consiste en la aparición de manchas oscuras de color marrón; es una hiperpigmentación adquirida de las zonas expuestas al sol como la cara, cuello, escotes, hombros y brazos determinada por un incremento en la producción de melanina (pigmento que produce la coloración de la piel) y su depósito en la epidermis y dermis papilar.
Si bien se desconoce la razón de la aparición de estas manchas, se sabe de algunos factores implicados en su desarrollo. Algunos de ellos son:
- La raza, sobre todo los afroamericanos y asiáticos, pues en estas regiones predomina un tono de piel moreno claro u oscuro que reacciona fácilmente a la luz solar.
- La luz solar: es el factor ambiental de mayor influencia, pues es evidente la aparición o exacerbación del melasma después de la exposición al sol.
- El embarazo y los anticonceptivos: son factores muy asociados con el melasma. Sin embargo, no todas las mujeres en estas circunstancias lo desarrollan.
“El melasma suele aparecer en adultos, de 9 a 1 más frecuente en la mujer que en el hombre, y se presenta como manchas café, más o menos oscuras, dependiendo del tono normal de la piel de la persona y de la profundidad en la que exista la melanina excedente dentro de la piel. Son bien delimitadas y por lo general involucran la nariz, las mejillas, la frente, el labio superior y el mentón; no suele transcender a los párpados”, explica el Dr. Edwin González, médico cirujano especialista en medicina fotónica.
En el mundo existen tres tipos de melasma:
- El melasma epidérmico: afecta a la capa superior de la piel y la hiperpigmentación es marrón con bordes bien definidos.
- El melasma dérmico: afecta al nivel más profundo de la dermis y se caracteriza por manchas de color azul grisáceo.
- El melasma mixto: se presenta como pigmento pardo grisáceo. A causa de la profundidad de los pigmentos melánicos, este puede ser más difícil de tratar.
Afortunadamente, existen alternativas efectivas que eliminan o mejoran la apariencia del melasma.
“Una opción eficaz es la combinación o sinergia de longitudes de onda de dos o más fuentes de luz láser, capaces de trabajar desde la dermis hacia fuera los componentes vasculares y los pigmentos melanina que se encuentran acumulados en exceso. Se pueden utilizar el Láser de Neodimio YAG de 1.064 nm de pulso largo, el KTP de 532 nm, la luz pulsada intensa, láser Erbio YAG de 2.940 nm Fraccionado y en algunos casos el Láser de CO2 Fraccionado a dosis bajas dependiendo siempre del fototipo de piel del paciente a tratar”, explica el Dr. González.
Otra alternativa es la combinación de una adecuada fotoprotección solar y el uso en casa de algunas cremas despigmentantes. Estos pueden incluir en su contenido hidroquinona al 2-4%, arbutina, ácido glicólico, ácido kójico, vitamina C y el ácido retinoico.
La recomendación siempre es asistir con un médico especialista para así poder garantizar los buenos resultados que la terapia láser le puede aportar a su condición en la piel.