El presidente de Cataluña afirmó este domingo que los ciudadanos de esta región española se ganaron «el derecho a tener un Estado independiente» tras una caótica jornada marcada por cargas policiales contra manifestantes que trataban de celebrar el referéndum de autodeterminación prohibido por la justicia.
«Con esta jornada de esperanza y también de sufrimiento, los ciudadanos de Cataluña nos hemos ganado el derecho a tener un Estado independiente que se constituya en forma de república», afirmó Carles Puigdemont en una solemne alocución rodeado por todo su ejecutivo.
La policía española intervino este domingo en Cataluña para cerrar varios puntos de votación, protegidos desde antes de la madrugada por multitudes de personas. Más de 800 manifestantes tuvieron que ser atendidos por los servicios de emergencias.
Puigdemont acusó a Madrid de ejercer un «el uso injustificado, irracional e irresponsable de la violencia» pero el jefe de gobierno español Mariano Rajoy contestó que las fuerzas de seguridad «han cumplido con su obligación y con el mandato que tenían de la justicia».
Al intervenir, los agentes no dudaron en cargar contra aquellos que opusieron resistencia, echando mano de porras, empujones y pelotas de goma, según varios testigos interrogados por la AFP.
«Se han llevado las urnas por la fuerza, porque los presidentes de las mesas agarraban las urnas con las dos manos y se las arrancaban literalmente de las manos», explicó Marc Carrasco, apoderado de un colegio barcelonés.
Los servicios regionales de salud atendieron a 844 personas, entre las cuales había 92 heridos graves y menos graves. Uno fue alcanzado por una pelota de goma en un ojo y otro sufrió un infarto durante una incursión policial, señaló un portavoz regional de Salud.
El ministerio del Interior informó asímmismo de 33 agentes atendidos médicamente.
– «Hemos votado» –
A pesar de todo, se pudo votar en numerosos centros, donde se formaron inmensas colas de gente ante la lentitud del proceso, afectado por numerosos fallos informáticos.
«He llorado porque hace años que luchamos por esto, y he visto delante de mí una mujer de 90 años en silla de ruedas que votaba», contó en el pequeño pueblo de Lladó Pilar López, administrativa de 54 años.
Al cierre de los colegios, a las 20H00, algunos seguían rodeados por ciudadanos para que se pudiera hacer el recuento.
«Nos lo han puesto difícil pero finalmente pudimos votar. La gente es persistente, no deberían subestimarnos», decía Meritxell Casademont, profesora de 50 años en el barrio barcelonés de Gracia, entre cientos de personas gritando: «¡Hemos votado!».
Anticipando el cierre de colegios, el gobierno regional instauró a última hora un censo único para que los 5,3 millones de electores pudieran votar en cualquier centro. Eso permitió votar a Puigdemont, cuyo centro fue desalojado por la fuerza por la Guardia Civil.
Pero muchos no independentistas, como Enrique Calvo, jubilado de 67 años del barrio unionista de Nou Barris, optaron por abstenerse para no «legitimar el proceso». «Esto está mal hecho tanto por el gobierno catalán como por el gobierno central en Madrid».
«Me da mucha pena haber llegado a esto por la fijación del gobierno catalán en hacer un referéndum ilegal», criticaba Alexandra López-Liz, una abogada de 39 años en el rico barrio de Sant Gervasi.
– Apelación a Europa –
El referéndum, cuya pregunta es «¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?», culmina años de creciente tensión entre Madrid y el gobierno de esta región con lengua propia, que cuenta con 7,5 millones de habitantes y representa el 19% del PIB español.
Aunque divididos sobre la cuestión de la secesión, más del 80% de los catalanes reclama esta consulta, rechazada por el gobierno de Rajoy, que la considera anticonstitucional.
Desde su convocatoria a principios de septiembre, rápidamente suspendida por el Tribunal Constitucional, las instituciones españolas emplearon todos sus recursos para impedirla, incluyendo el envío de 10.000 refuerzos policiales, sin conseguir laminar la determinación de Puigdemont.
Si bien Rajoy pidió comenzar a partir del lunes «el restablecimiento de la normalidad institucional», los ánimos en Cataluña parecen ir en sentido contrario.
Una plataforma con 44 organizaciones, entre ellas los dos grandes sindicatos UGT y CCOO y las dos principales asociaciones independentistas, llamó a una huelga general el 3 de octubre para condenar «la violencia ejercida por parte de las fuerzas de seguridad del Estado».
Y Puigdemont prometió trasladar en los próximos días el resultado del escrutinio al parlamento regional, dominado por sus partidarios, para que declare la independencia de la región si gana el sí, como es previsible.
Pero esta no será de efectos inmediatos. «Todos sabemos que hay un periodo de transición, que no hay un botón que automatiza las independencias», explicó el sábado en una entrevista con la AFP en la que también pidió «una mediación» para solucionar su conflicto con Madrid.
En este sentido, el domingo pidió a Bruselas que «actúe con rapidez». «La Unión Europea ya no puede continuar mirando hacia otro lado», la situación en Cataluña«es un asunto de interés europeo».